ACUERDO BILATERAL

PESOS Y CONTRAPESOS

Los gobiernos mexicano y estadounidense llegaron a un acuerdo bilateral, que no implica el fin de la renegociación del TLC, por dos razones. Primera: el Congreso estadounidense le dio permiso a Trump para renegociar un tratado trilateral, no un acuerdo bilateral, por lo que este último, por más firmado que ya esté, no es legal en los Estados Unidos. Segunda: sin la participación de Canadá no hay renegociación del TLC ni, por lo tanto, nuevo TLC.
Tomando en cuenta lo anterior solamente hay de dos sopas: o se suma Canadá y se llega a un acuerdo trilateral que daría como resultado el TLC II, o, de no sumarse Canadá y de no llegarse a un acuerdo trilateral, el TLC original continuaría vigente, lo cual no sería del agrado de Trump que lo considera el peor tratado comercial jamás firmado por gobierno estadounidense alguno, lo cual podría llevarlo a sacar a los Estados Unidos del tratado, momento a partir del cual comenzarían a operar, en las relaciones comerciales entre mexicanos, estadounidenses y canadienses, las reglas de la Organización Mundial de Comercio, cuyo efecto inmediato sería la imposición de aranceles, no elevados, pero aranceles al final de cuentas, a las exportaciones de productos mexicanos hacia los Estados Unidos, y a las importaciones de productos estadounidenses hacia México, todo lo cual resultaría antieconómico ya que elevaría el precio de dichos productos, aumentando el grado de escasez de los consumidores, reduciendo su bienestar.




Más allá de las consideraciones anteriores debemos preguntarnos si el resultado del acuerdo bilateral es la reducción y/o eliminación de los lastres y obstáculos con los que los gobiernos mexicano y estadounidense obstaculizan y lastran las relaciones comerciales entre estadounidense y mexicanos, reducción y eliminación de obstáculos y lastres que debe ser el resultado de una renegociación de un tratado de libre (¡libre!) comercio, libre comercio que se da cuando son los consumidores, comprando o dejando de comprar, quienes determinan la composición (el qué) y el monto (el cuánto) de las importaciones, sin ninguna intervención del gobierno en la materia.




En las negociaciones y renegociaciones de tratados de libre comercio lo que deciden los gobiernos es la manera en la que podrán relacionarse comercialmente los ciudadanos de los países involucrados, algo que deben decidir únicamente los involucrados en el intercambio, los compradores y vendedores, con el gobierno limitado a garantizar el cumplimento de los contratos, sin intervenir en el contenido de los mismos, contenido que deben determinar las partes contratantes según les convenga.
A lo más a lo que podemos aspirar es a que el resultado de la renegociación del TLC, que no ha concluido, sea un comercio menos lastrado y obstaculizado, pero no el verdadero libre comercio, del cual todavía estamos lejos.
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