El agua reclama su espacio

Oscar-Hernandez
Óscar Hernández
Para el medio día del lunes, las lluvias provocadas por la tormenta tropical Earl dejaron decenas decenas de muertos. En Huauchinango, Puebla, una de las zonas más afectadas, estimaciones de la Comisión Nacional del Agua señalaban que en un día, cayó el agua de un mes en dicho sitio.
Más allá de los daños materiales, son las pérdidas humanas lo más lamentable; más aún si pudieron evitarse, como suele ocurrir en situaciones como ésta.
En el citado municipio poblano, por cierto declarado Pueblo Mágico y enclavado en la Sierra Norte de Puebla, hubo deslaves con familias sepultadas. De acuerdo con el Ayuntamiento, las víctimas mortales sabían que vivían en zonas consideradas de alto riesgo.
Los asentamientos humanos en zonas irregulares, como laderas, barrancas y cauces de ríos, son comunes en México. Los motivos son muchos; por un lado la necesidad de vivienda de miles, por otro, el más grave, la voracidad de ciertos desarrollos inmobiliarios que fincan sus bases en suelo inestable, a costa de sus clientes, quienes posteriormente pagan las consecuencias.
Vidas en riesgo
Los fenómenos naturales descubren las mafias y corrupción en muchos lugares de nuestro país. En octubre de 2007, las crecidas del Usumacinta y Grijalva dejaron más de un millón de damnificados en Tabasco. La principal razón del desastre, planteaba José Luis Luege Tamargo, Director de Conagua en ese entonces, era “la autorización de los gobiernos para desarrollar conjuntos habitacionales en donde no se debía; en suelo de alto riesgo”.
Un mes después, San Juan Grijalva, localidad de Ostuacán, Chiapas,  fue otro ejemplo. El 5 de noviembre de 2007, un deslizamiento de tierra sepultó al menos 100 viviendas asentadas en suelo inestable.
En septiembre de 2014, el huracán Odile dejó severos daños en municipios de Baja California Sur. Las personas más afectadas fueron las habitantes de asentamientos irregulares. Justo cuando limpiaba su casa, Leonila narraba: “hace cinco años nos vendieron aquí a muy buen precio; me dieron “posesión de derechos”, pero no nos dijeron que vivíamos sobre un basurero (relleno sanitario), que no aguantó el agua”.
Advertencias naturales
La tierra y el agua no hacen más que reclamar su espacio, el mismo que el ser humano le arrebató.
Dicen que el pasado enseña, pero sólo a quien desea aprender. Advertencias sobran, pero algunos gobiernos no quieren, o no les interesa atenderlas.
“La Perla del Pacífico”
En Acapulco, Guerrero, las señales son claras. En 2013 se registraron severas inundaciones causadas por el paso del huracán “Manuel”; en realidad, fueron provocadas por el paso de inmobiliarias. El agua sólo recuperó su lugar.
El 80 por ciento de las viviendas afectadas por “Manuel”, fueron construidas sobre humedales, zonas destinadas exclusivamente al uso agrícola; así fue hasta 2003, cuando la empresa GEO comenzó a edificar en ellas, debido al cambio en el uso de suelo, autorizado por la alcaldía de Acapulco y Conagua.
Recuerdo el caso de Zíndira, mujer que hace 17 años adquirió un crédito inmobiliario con GEO. “Es conveniencia de las constructoras, nunca nos dicen la verdad, qué consecuencias pueden pasar en casos como estos”, relataba mientras, con cubeta y escoba, sacaba el agua y lodo de su casa, que alcanzó el metro de altura.
Corrupción inmobiliaria
Sobre el escritorio de Ramiro Gómez, presidente de la asociación civil “Protección Ecológica Subacuática”, se extiende un plano de Acapulco de Juárez. El ecologista delinea las zonas de humedales invadidas por inmobiliarias, con el permiso de la autoridad municipal. “Si hubiéramos dejado estos terrenos en estado natural, no hubieran pasado estas desgracias”.
El ambientalista denunció una red de corrupción que permitió edificar viviendas en la zona conocida como Llano Largo; y en un suelo pantanoso que diera origen a la colonia Luis Donaldo Colosio. El cambio en el uso de suelo tuvo lugar en 2003, firmado por Alberto López Rosas, presidente municipal de Acapulco en ese momento. Lo mismo ocurrió en los alrededores de la Laguna de Tres Palos, para construir viviendas de interés social. Sobra decir que estas tres zonas se inundaron; otra vez, el agua recuperó su lugar, y lo más grave, de acuerdo con el Plan de Desarrollo Urbano  de Acapulco, de 2001, dichos sitios eran susceptibles de anegaciones; advertencia en la que no se reparó.
Estos ejemplos no son los únicos en la “perla del pacífico”. Durante el sexenio de José Francisco Ruiz Massieu, como gobernador de Guerrero, se construyó la autopista Metlapil; se planeó para conectar la autopista del Sol con Punta Diamante. Dicha obra también arrebató terreno a los humedales y además parte en dos a la Laguna de Tres Palos; al no ser elevada se convierte en una represa y bloquea el desfogue de millones de litros de agua hacia el mar. El colmo del absurdo fue instalar tubos de menos de dos metros de diámetro para permitir el paso del agua a mar abierto, sobra decir que dicha tubería reventó e inundó las colonias Donaldo Colosio y Llano Largo. La gran pregunta ¿por qué Conagua permitió estas acciones?
Lo paradójico en estos casos es que los humedales, aquellos que fueron desterrados, funcionan como una esponja con el agua de lluvia, para luego liberarla lentamente, es decir contribuyen a evitar inundaciones, justo lo que ocurrió en Acapulco y en otros lugares donde de forma voraz se destruyen los recursos naturales.
Tras advertencia
Son muchas las advertencias; el agua y la tierra tarde o temprano reclaman su lugar. Sanear una zona inundada es una solución temporal. La invasión de humedales y manglares tiene un alto costo, y algunas veces se paga con vidas humanas.
Hoy día, tenemos nuevamente la presencia de tormentas tropicales que derivan en huracanes; y ya se presentaron los primeros estragos (Puebla, Veracruz e Hidalgo), ¿cuántos decesos pudieron evitarse? Seguramente muchos.

Óscar Hernández Bonilla es reportero de investigación en Proyecto 40. Conductor suplente en Informativo 40. Especializado en temas sociales y seguridad. Coberturas electorales, desastres naturales,  e internacionales: guerrilla de las FARC. “En cualquier parte hay algo valioso, digno de narrar; el reto es descubrirlo”.

E-mail: oskarhbonilla@gmail.com

Twitter: @ohernandezb