Antesala de la muerte

Oscar-Hernandez
Óscar Hernández

Trastabilla de un lado a otro, busca dónde asirse; un enfermero sale a su paso pero Carlos rechaza la ayuda y camina, como puede, al área de urgencias. Este hombre llegó aquí voluntariamente (1 de 5 casos).
Es un ir y venir de médicos y enfermeras; una de ellas auxilia a Carlos, quien sin más, cae vencido en la silla donde toman los signos vitales como primer medida; este hombre llegó intoxicado por cocaína y alcohol al Hospital de Especialidades Toxicológicas.
“¿Cuántos días llevas consumiendo? Cuestiona el galeno; “cuatro” responde; ¿Cuándo fue el último día?…”Ayer me echaron todavía en el ombligo y un trago”, alcanza a contestar Carlos.
Apenas se levanta para ocupar una cama en el área de urgencias, el hombre desfallece; a su apoyo corren dos enfermeros y el médico de guardia, de inmediato lo ingresan al cuarto de intervenciones. Carlos presenta contractura en las manos, muñecas y dedos; no deja de temblar y su mirada está perdida. Lleva días sin dejar de beber alcohol. Pedro, su hermano, precisa que “el vicio” comenzó hace 20 años.
Delirium tremens
En esta sala de urgencias la primera medida es desintoxicar al paciente. “Nos han llegado casos tan graves, casos en los cuales el consumo ha sido tan prolongado, tan largo, que el paciente llega inclusive en la antesala de la muerte, ya llega prácticamente moribundo”, nos comparte Rubén Flores, Responsable de Urgencias Toxicológicas.
La desintoxicación es brutal; “al bajar los niveles de las sustancias, obviamente el cerebro ya no siente la misma satisfacción que sentía, por ende, es cuando empieza el sufrimiento de ellos, el paciente empieza con ansiedad, con irritabilidad”; dice Rubén, al tiempo que Carlos se resiste a ser inyectado. Su hermano se acerca y murmura “es una adicción que  los lleva al límite; desde el jueves yo le conté litro y medio”; ¿por cada día?, pregunta el reportero… “por cada día”.
Mientras tanto, Carlos está iniciando el periodo de abstinencia; el más difícil. “Todo lo que es el temblor, todo lo que es la posición en las manos, nos indica que está iniciando su periodo de abstinencia, y le faltan algunos líquidos dentro del cuerpo, agua, algunos electrolitos como sodio y potasio, que hay que reponer de manera inmediata”, señala Rubén.
Realidades
De acuerdo con el Instituto para la Atención y Prevención de las Adicciones, el consumo de drogas en la Ciudad de México está por encima de la media nacional. Más de medio millón de capitalinos consumen marihuana, cocaína y drogas sintéticas. Otros dos millones, como Carlos, beben alcohol en exceso. “Doloroso verlo así, porque no es un vicio, sino una enfermedad”, afirma Pedro, con toda razón.
Discapacidad o muerte
Rubén tiene más de 10 años en este hospital; en su estancia comprobó que “para muchos jóvenes, éste es el lugar donde pueden llegar a fallecer por el consumo de sustancias”. Por su parte, Raúl Fernández, director del nosocomio expresa: “lleva a la muerte, pero lo más grave es que lleva a una discapacidad”. Ceguera, sordera, alteración del equilibrio, infartos y daños al sistema nervioso.
Aquí se debaten entre la vida y la muerte; algunos, desafortunadamente, pierden la batalla.
La antesala
Una voz interrumpe el diálogo con el director. Una vez más se requiere la presencia de personal en urgencias. “¡Se requiere manejo médico, presenta alteraciones por consumo!”, grita el enfermero mientras corre al apoyo.
Jorge, paciente alcohólico, ingresó a la sala dos horas antes; fue desintoxicado pero no soporta el síndrome de abstinencia; “empiezan a presentar lo que es el famoso delirium, lo que la gente conoce como Delirium Tremens”, plantea Rubén. Esta psicosis se caracteriza por alucinaciones, temblores y agitación, debido a la privación del alcohol.
“Desafortunadamente al momento que acuden a la Unidad, en muchos casos el daño es irreversible”, se escucha decir al enfermero Alejandro Mercado”. Los estudios con los que cuenta el hospital, refieren que quienes llegan aquí, presentan severos daños en órganos, principalmente en el hígado, por lo que su tratamiento se complica.
Los pronósticos médicos, una vez más, se cumplieron. Jorge llegó tarde para recibir atención. Un shock hipovolémico, es decir cuando el corazón se vuelve incapaz de bombear suficiente sangre al cuerpo, así como un sangrado en el tubo digestivo, ocasionado por el exceso de alcohol, le provocó la muerte. “Tuvo alteraciones hepáticas y por consiguiente alteraciones hematológicas en sus tiempos de coagulación, que les provoca sangrados frecuentemente”, sentencia el director Raúl Fernández.
Afuera, el hermano de Jorge ya recibió la noticia; no da crédito, no puede entender que el alcoholismo sea tan voraz; “él tenía 32 años y yo siento que vamos a suponer que muriera después por lo que es el hígado y el esófago, pero no de esta manera”. Y es que, por los daños en su organismo, Jorge tuvo un desenlace cruento.
El tratamiento contra las adicciones, principalmente el alcoholismo, debe iniciar desde las primeras etapas; “luego ya es tarde”, concluye otra enfermera, mientras coloca una sábana nueva en la sala de urgencias; sabe que pronto será ocupada.
Bebedores sociales
De acuerdo con los médicos, no hay bebedores sociales, sino enfermos en potencia. “No nos damos cuenta que hay gente que va teniendo tolerancia y esa tolerancia lo va haciendo más y más consumidor; el campeón que derrote a todos en consumo va a ser quien desarrolle más rápido la enfermedad”.
Rafael, hermano de Jorge espera que su muerte no sea en vano: “ya no quiero que muera más gente, ése es mi deseo egoísta, pero que sirva de algo esta muerte”.
Al final del pasillo
Este equipo pasó tres días en el Hospital de Especialidades Toxicológicas. Hay pacientes internados que luchan por recuperarse; algunos están por tercera y cuarta vez. En los pasillos caminan algunos cargando suero o algún medicamento. Los más afortunados reciben la visita de familiares; otros fueron abandonados aquí, a su suerte, pero en la mayoría de los casos: el daño es irreversible.
“Veo mi cuerpo y me doy cuenta que mi vista ya no es la misma; mi cerebro ya también de repente no capta bien, me cuesta trabajo el hablar”, comparte uno de los internados, mientras avanza por las rutas del hospital; busca una imagen de la Virgen de Guadalupe que vio en ese sitio el día que ingresó.
El hospital también ofrece tratamiento contra las adicciones; hay médicos, psicólogos, trabajadores sociales y otro personal dispuesto a ayudar.
Oscurece en el oriente capitalino. Los médicos se preparan nuevamente. En la noche tienen más casos y cada uno… invita a la reflexión.

Óscar Hernández Bonilla es reportero de investigación en Proyecto 40. Conductor suplente en Informativo 40. Especializado en temas sociales y seguridad. Coberturas electorales, desastres naturales,  e internacionales: guerrilla de las FARC. “En cualquier parte hay algo valioso, digno de narrar; el reto es descubrirlo”.

E-mail: oskarhbonilla@gmail.com

Twitter: @ohernandezb