Apéndice II

El anterior Pesos y Contrapesos fue un apéndice a las cinco columnas de la semana pasada, dedicadas al tema de la prohibición de las drogas, en las cuales presenté argumentos en contra de su prohibición y a favor de su legalización, lo cual no implica favorecer su consumo. 

En el Apéndice I respondí a tres “razones” a favor de la prohibición: porque los drogadictos causan daños morales a terceros; porque el gobierno debe dedicar recursos a la atención de los drogadictos, que son un problema de salud pública; porque el drogadicto puede cometer delitos, “razones” más que suficientes, para algunos, para que el gobierno prohíba las drogas, prohibición que debe abarcar desde producción hasta consumo.

En este Apéndice II haré referencia al Análisis Económico del Derecho (AED), lo que en inglés se conoce como Law and Econimics, que no hay que confundir con el Análisis del Derecho Económico, AED que se pregunta, además de por la justicia de las leyes, por su eficacia, por ejemplo: ¿Cuáles pueden ser las consecuencias de una ley una vez promulgada?, consecuencias que no necesariamente serán las que pretende el legislador, porque entre la promulgación de la ley y su cumplimento está la libertad de los ciudadanos para decidir si la cumplen o no, razón por la cual muchas leyes no se cumplen, no consiguiéndose el objetivo del legislador, tal y como sucede con las leyes que prohíben desde la producción hasta el consumo de drogas, leyes que no obedecen desde productores hasta consumidores, cada uno por razones distintas.

El consumidor no obedece la ley porque, dado que el drogadicto es un vicioso, necesita seguir consumiendo drogas, vicio mata prohibición, por lo cual sigue demandándolas, lo cual lo conecta con el oferente, que seguirá produciéndolas y ofreciéndolas, en primer lugar, por la primera ley del mercado, allí donde hay demanda efectiva (el consumidor paga el precio al cual el productor lo provee), habrá oferta y, en segundo término, porque, dado que la prohibición aumenta el riesgo de producir, ofrecer y vender drogas se incrementa su precio para compensar el mayor riesgo, mayor precio que, por tratarse de un vicio, que debe satisfacerse a toda costa, el drogadicto pagará, lo cual le permite al narcotraficante obtener mayores ganancias, que en la práctica son multimillonarias en dólares, lo cual lo incentiva a expandir el negocio, lo que logra enganchando más gente a las drogas. ¿Resultado? Un círculo vicioso (nunca mejor dicho), perfecto.

¿Qué quiere decir lo expuesto en el párrafo anterior? Que si respondemos correctamente a la pregunta por las posibles consecuencias, una vez promulgadas, de las leyes que prohíben las drogas, las mismas crean las condiciones, tanto por el lado del consumo como de la producción, para su incumplimiento, por lo que son leyes ineficaces, ineficacia que encuentra una de sus causas en el hecho de que también son injustas, porque prohíben vicios, que no son delitos, que no violan derechos, por lo que no deben prohibirse (falta explicar, lo que no hago por falta de espacio, por qué leyes injustas son, además, ineficaces).

El AED ayuda a entender por qué la prohibición gubernamental de las drogas es ineficaz: porque lo que no funciona no es el cómo (si se hiciera de otra manera sí funcionaría), sino el qué (hágase como se haga no funciona).