ARANCEL AL ACERO: ANTIECONOMÍA (Segunda y última parte)

PESOS Y CONTRAPESOS

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Arturo Damm Arnal

El arancel con el que el gobierno mexicano grava la importación de acero chino se “justifica” porque, según afirma la Secretaría de Economía, el mismo se produce subsidiado, lo cual le ocasiona a los productores mexicanos competencia desleal. Ante ello hay que preguntarle a la Secretaría de Economía lo siguiente.
¿Tiene algo de malo que los consumidores mexicanos, ya sea de factores de la producción, ya de bienes y servicios de consumo final, los puedan comprar al menor posible? No: es lo que debe ser.
¿Tiene algo de malo que los productores mexicanos se vuelvan, consecuencia de la competencia de las importaciones, más productivos (capaces de hacer más con menos) y más competitivos (capaces de hacerlo mejor que los demás, sobre todo en términos de precio)? No: es lo que debe ser.
Si en el país X se produce Y a menor costo que en el país Z, y ese menor costo es consecuencia, no de un subsidio, sino de una mayor productividad, la cual permite ofrecer Y en Z a menor precio del que pueden ofrecerlo los productores de Z, ¿se justifica que el gobierno de Z le imponga a la importación de Y un arancel? No.
Sin embargo, si el menor costo de producción de Y se debe a un subsidio, entonces, aunque las consecuencias de la importación de Y sean las mismas que serían si en vez del subsidio la causa del menor costo fuera la productividad, entonces sí se “justifica” la imposición del arancel, ¿Y cuáles son las consecuencias de la importación de Y? Los consumidores de Z pagan un menor precio y los productores de Z se ven obligados a elevar su productividad. Ello, ¿tiene algo de malo? No.
Si la causa del bajo precio del acero chino fuera la productividad y no el subsidio, ¿la Secretaría de Economía impondría un arancel? Si las consecuencias de ese menor precio son benéficas, el que sea efecto de un subsidio, y no de la productividad, ¿es razón suficiente para imponerlo?
E-mail: arturodamm@prodigy.net.mx
Twitter: @ArturoDammArnal