Coberturas: El “ahorro” que mató a PEMEX

Petróleos Mexicanos: La empresa que en otros tiempos fuese el gran pilar de la nación y una promesa constante de bonanza, crecimiento e incluso abundante prosperidad, es a día de hoy una fuente de presiones presupuestales que tiene sumamente estresadas a las finanzas públicas.
Y es que si bien esta empresa productiva del estado ha ido perdiendo preponderancia con el paso de los años, lo cierto es que todavía representa un 18% de los ingresos presupuestales. ¡Sigue siendo mucho para una sola entidad en tan malas condiciones! Sobre todo si se considera que aporta, prácticamente, una quinta parte de todo el presupuesto.
Así, esta enorme relación entre petróleo y recursos públicos, hace que nuestra economía sea especialmente vulnerable a las fluctuaciones existentes en el mercado, a esas variaciones diarias que cariñosamente llamamos “volatilidad”
Día con día los precios cambian, varían, se ajustan a distintas interacciones con su medio, a la oferta y la demanda, a las crisis, las expectativas o los incontrolables pormenores que componen nuestra compleja realidad. No hay una forma de evitar esto, sin embargo, sí hay formas de mitigar sus efectos adversos; Sí hay instrumentos capaces de blindar los recursos comprometidos por las fluctuaciones inevitables.
Estos instrumentos son las llamadas coberturas.
Vamos a explicarlo.
Entendamos por “cobertura” a aquella estrategia financiera que permite reducir el riesgo existente en el mercado y que utiliza, generalmente, instrumentos derivados (Opciones, en este caso tan específico).
Comprendamos, del mismo modo, a los instrumentos derivados como una serie de contratos pactados entre dos partes para gestionar el riesgo de operar con algún activo disponible en el mercado (El subyacente, pues).
Entonces podemos decir, grosso modo, que se trata de un seguro que se activa cuando los precios disminuyen más allá de un precio previamente acordado.
¿Ya empieza a notarse la importancia de hacer una correcta inversión en coberturas, cierto? Seamos todavía más específicos.
PEMEX, cuya principal fuente de ingresos es la exportación de barriles de crudo, está severamente expuesto a las fluctuaciones de los precios del petróleo, haciendo que caídas como la que hemos visto en días recientes sean peligrosas, casi letales para su ya precaria situación.
Por eso, año con año, durante el ejercicio del presupuesto público se emite un “valor estimado” por barril de crudo, mismo que se ajusta a las expectativas del mercado y a las necesidades que tiene la administración en turno.
Este valor estimado nos indica en cuánto tiene que venderse cada barril y cuántos barriles tienen que venderse, a fin de generar un ingreso para la nación.
Una vez estimado el precio “deseado” del barril, se acude a los mercados financieros para negociar y elaborar un contrato que dé tanto certezas como garantías, estableciendo los niveles en que ese “seguro por disminución” se hace cobrable.
Antes de continuar y ponerle números a este asunto, es necesario mencionar que PEMEX cuenta con dos programas de coberturas distintos, uno que es adquirido por la propia empresa y otro que es adquirido por la Secretaría de Hacienda y Crédito Público. Entre ambos programas se busca cubrir la mayor cantidad posible de producción mientras que el remanente, aquello que no es alcanzado por los programas ya existentes, se cubre con el FEIP (Fondo de Estabilización de Ingresos Presupuestarios.)
Las coberturas tomadas por PEMEX para este año cubrieron un total de 230,000 barriles diarios – Una de las cantidades más bajas a cubrir desde que se implementó este instrumento, en 2017 – a 49 dólares por barril, es decir, si el precio promedio mensual es menor a estos 49 dólares, PEMEX ejerce su cobertura y cobra ese “seguro”, que es como si hubiese vendido cada barril asegurado al precio pactado de 49 dólares.
El enorme problema radica en que solo se cubrió el 14% de su producción total, teniendo un precio superior en 56.5% por barril con respecto a las coberturas tomadas en el periodo anterior de compras.
Uno pensaría, naturalmente, que esta avezada decisión de cubrir muy pocos barriles diarios obedece a un cambio en la proporción con respecto al porcentaje adquirido por Hacienda, sin embargo, los datos de esta compra están reservados hasta el 2022, dejándonos solo con conjeturas y señales que apuntan hacia la insuficiencia en la adquisición de coberturas.




No por nada Octavio Romero, director de Pemex, ha declarado en días recientes que dicho programa – por lo menos el adquirido por la petrolera – es insuficiente, aun cuando ya se ha recibido el pago de estas coberturas por el periodo de Febrero, donde el precio promedio estuvo, efectivamente, por debajo de los 49 dólares.
Y si bien no sabemos la cantidad de producción total cubierta por Hacienda, podemos suponer, casi que con entera seguridad, que esta solamente ha cubierto una cantidad discreta, alineándose con la política de “austeridad”
Entonces… ¿Qué pasa cuando una nación no se protege del riesgo generado por la volatilidad? ¿Y qué pasa cuando una nación no solo evita protegerse, sino que también evita hacerlo en el sector más importante de sus finanzas públicas? Bueno, pasa lo que está pasado aquí, en nuestro país, donde las alternativas se agotan para el presidente.
Ahora, Andrés Manuel López Obrador se niega a implementar un programa de estímulos fiscales a fin de no afectar la recaudación de impuestos que tiene ponderada, optando por coartar fideicomisos, por hacer reducciones salariales y por terminar de quemar el FEIP. ¿Qué va a hacer cuando agote estos recursos, cuando se dé cuenta de que son insuficientes y que no puede mantener el oneroso gasto realizado en supuestos programas sociales y caprichos faraónicos?




Los recursos se le están acabando: No cuenta con la raquítica PEMEX que continúa en agonía y que además no cubrió debidamente, tampoco tiene los niveles de recaudación deseados y sus programas clientelares no están funcionando debidamente (¡Ni siquiera se pueden evaluar!) así que, a este punto, es necesario el empezar a hacernos ciertas preguntas que más adelante nos van a traer punzantes dolores de cabeza:
¿Qué sigue? ¿Qué otro recurso va a incendiar? ¿Cuál toca? ¿A quién le toca?
La situación de PEMEX, incapaz de aumentar su producción y con una paupérrima estructura financiera (Con pasivos que cada vez son más grande) ha sido agravada por las peores decisiones posibles en el peor momento posible.
¿De qué va a servir, pues, el invertir millones y millones y el reducir su carga fiscal si al final el grueso de la producción está a niveles mínimos en su valoración internacional?
La falta de coberturas para este año ha sido, sin ninguna duda, el último clavo en el ataúd de PEMEX y uno de los capítulos más importantes en esta crónica dedicada al fracaso presidencial.