DE LAS DROGAS (Tercera de cuatro partes)

PESOS Y CONTRAPESOS
Identificar desde la producción hasta el consumo de drogas como actividades delictivas, y por lo tanto prohibirlas y castigarlas, siendo que solo son éticamente cuestionables, viola el derecho a la libertad para decidir, por un lado, qué producir, ofrecer y vender y, por el otro, qué demandar, comprar y consumir, derecho a la libertad que debe reconocerse plenamente, definirse puntualmente y garantizarse jurídicamente, libertad que debe practicarse con un solo límite: no violar derechos de terceros. Y ningún derecho se viola al producir y consumir drogas, por más que algunos crean que se viola el derecho a la salud, que sería el caso si el productor de drogas obligara a las personas a consumirlas, algo que, por lo general, no sucede. Insisto: el responsable por el consumo es el consumidor, no el productor.
En la primera entrega de esta serie escribí que estoy a favor de legalizar las drogas por una razón ética, la injusticia de la prohibición. Por una razón práctica, la ineficacia de la prohibición. Por otra razón práctica, las consecuencias no deseadas de la prohibición. Ya debe haber quedado clara la razón ética. Explico las prácticas.
El fin último de la prohibición es acabar con la drogadicción, que atenta contra la dignidad, la salud y la vida de las personas. ¿Qué tan eficaz ha resultado? Después de cuatro décadas de guerra contra las drogas (que inició, convocada por Richard Nixon, el 18 de junio de 1971 con la creación de la DEA), ¿se terminó con la drogadicción? Por lo menos, ¿se redujo y estamos en el camino correcto para, en un tiempo razonable, acabar con ella? No. ¿Por qué?
No existe una sola repuesta, pero una que no debe pasarse por alto tiene que ver con la primera ley del mercado: si el consumidor está dispuesto a pagar el precio al que el oferente está dispuesto a proveerlo, aunque dicha provisión este prohibida, habrá oferta. En el caso de las drogas hay que considerar que el drogadicto es un vicioso, que difícilmente renunciará a la droga, y que, por serlo, por más que aumente el precio de la droga la seguirá comprando. Donde hay vicio hay demanda, y donde hay demanda hay oferta.
La ineficacia de la prohibición está a la vista, y también sus consecuencias no deseadas: la faceta delictiva del narcotráfico, que no tiene que ver con la producción, oferta y venta de drogas, que no son actividades delictivas por su propia naturaleza, sino con las extorsiones, secuestros, torturas y asesinatos, que sí lo son, siendo consecuencias de la prohibición, que impide que los productores, oferentes y vendedores de drogas compitan en mercados legalizados, lo cual los lleva a hacerse la guerra en (y por) mercados ilegales (un tema que debe analizarse con mucho más detalle del que puedo desarrollar en este espacio).
Continuará.
E-mail: arturodamm@prodigy.net.mx
Twitter: @ArturoDammArnal