El derecho negado (segunda parte)

Oscar-Hernandez
Óscar Hernández

Uno a uno, ataviados con su uniforme, los niños pasaban por su diploma. El fin de cursos llegó y era motivo de festejos.
Una niña de cuatro años se abría camino entre los demás; su andar era lento, a veces tropezaba y debía ser auxiliada por la maestra. No era torpeza, Aurora es sorda de nacimiento, motivo por el cual su madre le abandonó en el hospital; y a los pocos días, una negligencia médica le arrebató la vista.
“En un descuido, la lámpara que ilumina o da calor a la bebita dentro de la incubadora, se queda fija en la carita y le quema las retinas”, nos comparte el hombre que a la postre cambió la vida de Aurora.
Tras el abandono y la tragedia, Aurorita, como cariñosamente le llaman, fue enviada a Casa del Sol, un albergue para niños huérfanos en la ciudad de Puebla. El objetivo era buscarle un hogar, sin embargo, en México, la adopción de niños con alguna discapacidad es casi nula. “Nadie quiere a esos niños, el primer abandono que sufren es el de su familia”, dice Víctor Frías, de Fraternidad sin Fronteras.
En nuestro país, según cifras de Fundación San Vicente, apenas el uno por ciento de los niños con discapacidad, encuentran un hogar; los demás pasan su vida de albergue en albergue, hasta que su suerte se halla en el abandono total.
Dar hasta que duela
Una tarde, Yolanda y Roberto, un matrimonio habituado a hacer donaciones, acudieron a Casa del Sol; entregarían una silla de ruedas. Una vez cumplido el encargo, su vida cambió.
Antes de irse, sintieron curiosidad por conocer a la beneficiaria, una niña que no habían visto antes: Aurora.
Si usted es escéptico, quizá no necesite seguir leyendo.
“Yo tomo de la mano a esa niña, me aprieta la mano, no me suelta… en ese momento yo entendí que ella me eligió a mí como representante de su familia”, narra Roberto, el hombre que decidió darle una familia a una niña discapacitada.
La charla con Roberto se interrumpe; lleva las manos a sus ojos para limpiar la salida de felicidad, en forma líquida.
“Cuando Roberto se acercó, la niña le tocaba la cara, y se relajó tanto que cuando trató de acariciarla, ella se aferró a su dedo, y ese es un sentido de apego, de seguridad en los niños”, señala Lilia Rodríguez, directora de Casa del Sol.
Romper mitos
La discapacidad visual y auditiva de Aurora no impidió que Yolanda y Roberto la adoptarán. Una niña que representa ese uno por ciento de los niños de ese sector que encuentran un hogar. Un uno por ciento que significa esperanza.
“No es tu vista ni la belleza de ese bebé física, lo que te va a enamorar; es tu corazón”, ratifica Roberto.
Se les llama “niños de difícil asignación”. La mayoría de ellos padece parálisis cerebral. Su manutención es sumamente costosa: “más de 15 mil pesos al mes, por lo que su estancia en albergues, muchas veces es pasajera”, nos cuentan en Fundación San Vicente.
Con los pies en la tierra
Adoptar un niño con alguna discapacidad no sólo es cuestión de voluntad. Expertos aseguran que la solvencia económica y disposición de tiempo son elementos fundamentales para tener un gesto de tal tamaño, aunque, para las pocas familias que lo han tenido, el principal elemento, es el amor.
El DIF es la instancia encargada de resolver la situación jurídica de los niños con estas condiciones, pero a decir de Georgina Ibáñez, directora de “Quinta Carmelita”, apenas el 15 por ciento de los niños que viven en casas-hogar, llegan a tener su situación jurídica resuelta para darlos en adopción.
Aurora, luz del camino
Camina de la mano de sus padres. Aurora se ve feliz. Nunca ha visto a sus nuevos padres y apenas les escucha, pero la sonrisa que muestra nadie la arrebata. El derecho negado le fue devuelto.
“Darle hasta que duela”, dice Yolanda, quien, dice, hoy vistió su vestido más bonito para estar presente en la entrega de diplomas. Sí, Aurora va a la escuela y se prepara para la vida.
Algún día, nos comparte Roberto, la ciencia avanzará, “Cuando eso pase lucharemos por devolverle la vista”.
La familia se retira. Detrás camina un reportero que tuvo el privilegio de conocerlos.

Óscar Hernández Bonilla es reportero de investigación en Proyecto 40. Conductor suplente en Informativo 40. Especializado en temas sociales y seguridad. Coberturas electorales, desastres naturales,  e internacionales: guerrilla de las FARC. “En cualquier parte hay algo valioso, digno de narrar; el reto es descubrirlo”.

E-mail: oskarhbonilla@gmail.com

Twitter: @ohernandezb