Do Dilmaço o las mentiras piadosas de Mamá.

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Kohoutek Velasco

Brasil ha sido el gran referente para América Latina, el que marcaba los pasos por encima de países como Chile o el nuestro, manteniendo un enorme crecimiento económico y encabezando las famosas BRICS (Economías emergentes: Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) pero, tras unos cuantos traspiés – escándalos masivos de corrupción, recesiones. – se ha vuelto la vergüenza del bloque bolivariano pues al igual que su representativo de fútbol, pasa por un paupérrimo momento.
Nosotros, como el ojo internacional que todo lo ve, hemos estado al pendiente de notas tan escandalosas como el caso Petrobras o la detención momentánea de Lula Da Silva, antecesor de Dilma, ignorando un tema tan puntual como medular.
¿Por qué se quiere destituir a la Dama del Corcovado?
Bueno, en Brasil hay un término conocido como “Pedalada fiscal” que básicamente consiste en maquillar las cifras entregadas por el gobierno respecto al déficit fiscal, es decir, en mentirle a la comunidad internacional respecto a la salud económica del país (entendiendo déficit como un desajuste entre lo que se gasta y lo que se tiene).
Puede parecer muy sencillo, incluso algunos han de verlo como una “mentira piadosa en favor de la inversión” pero ojo, que por esta misma mentirilla, Grecia cayó en la desgracia que le hundió (el déficit griego era del 12,7% y no del 3,7% como habían estado declarando).
Para ser más puntuales y concisos, Dilma se dio cuenta de que no tenía dinero, así que lo disimuló reteniendo el dinero de los bancos públicos para rellenar el hueco que le faltaba. Como cuando el compañero de Secundaria te prestaba su material a la hora del pase de lista con el fin de que el maestro te viese responsable y precavido para después, de manera inmediata, regresarle el material al compañero evitando cualquier regaño por mínimo que fuera para ambos.
Esto no solo causa un daño brutal en el desarrollo económico y presupuestal, sino que es un delito per sé para los Brasileños ya que en la ley de responsabilidad fiscal, el empréstito (que es básicamente el préstamo de un banco al estado) está prohibido. Y sí, las pedaladas fiscales son equivalentes al empréstito.
De esa “blanca mentirilla” no queda más que el enojo Brasileño al enterarse de que todo este tiempo (a partir del 2013, donde se documenta que se incrementó esta práctica) su Presidenta, paladín del eje bolivariano, les ha mentido descaradamente.
¿Y por qué Dilma tuvo que recurrir a este truquillo fiscal?
Simple, por la situación tan complicada que vive su país en materia de economía. Recordemos que Brasil lleva ya un buen rato en recesión básicamente porque Dilma empezó a crear trabajos de la nada, subsidios del aire y aumentos vacíos en el salario mínimo, lo que le ayudó a “forzar” su crecimiento incluso al 7.5% pero, cuando todo este boom superfluo colapsó, causó escases e inflación. Recordemos que los aumentos al salario mínimo, si no van acompañados por productividad, tienen efectos negativos al “desbalancear” la oferta y la demanda.
La inflación aumentó los costos de producción paralizando al sector industrial del país, y el gobierno, lejos de dar una solución coherente, decidió “menguar” la inflación mediante controles de precio, algunos recortes económicos y aumentos en la carga tributaria.
Todo esto, aunado a los escándalos políticos de corrupción que involucran a Petrobras y a las grandes constructoras del país, así como la situación internacional respecto a las divisas, hicieron que Brasil no fuese ya un lugar bien visto para invertir y Dilma tenía que hacer algo, obviamente no algo coherente como buscar soluciones, si no mentirle a Brasil y al mundo.
Es entendible, entonces, el malestar de la sociedad Brasileña que ha sido tratada como si fuesen unos niños inocentes a los que, por piedad, Mamá no puede contarles que el carnaval se canceló, casi como si les hiciera un favor. Por eso es de aplaudir que salgan a las calles exigiendo la responsabilidad por haber elegido nuevamente a Dilma; ese es el grito de fondo, el reconocer el error y enfrentarlo, no manipularlo por conveniencias electorales.
Y bueno, tanto Brasil como Grecia le dieron su manita de gato a un sistema completamente desfasado que funciona al corto pero no al largo plazo, uno donde el estado busca ser el gran solucionador de la vida ciudadana, demostrándonos por segunda y reiterativa vez que esto no funciona.
“Kohoutek Velasco, miembro fundador de México Libertario. Ni de izquierda ni de derecha; Simplemente lógico. Activista y escritor liberal.”
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