El impuesto estrella

Hablar de dinero y estado es necesariamente hablar de impuestos, sí, de esa porción nuestra que se vuelve suya para sostener una suerte de “bien común” que queramos o no debemos aceptar con júbilos y festejos.
En la persecución de este “bien común” han surgido diferentes instrumentos de recaudación – Que en realidad son solo “fragmentadores” de nuestro trabajo y sus frutos – destacando, sin menospreciar el talento e inventiva invertida en los demás, al IVA, ISR, IEPS y muchos otros que coexisten para conformar, junto a los ingresos no tributarios, el presupuesto público.
De este cúmulo de recursos hay uno que destaca, que se hace notar por su eficiencia, por ser la cuchara más grande en manos del Estado; Su plato fuerte y nuevo pilar ante el fin de la era petrolera: El ISR, según la CEPAL (Dato publicado en el documento llamado “Reformas Tributarias e Incidencia Impositiva en México”, escrito por José Luis Trejo el año pasado)

Para ser más claro, en el 2015 los Ingresos no Tributarios – Que son los que se obtienen por todo aquello que no es un impuesto, como las ventas generadas por empresas estatales o el cobro de multas- se vieron rebasados por los Ingresos Tributarios como resultado de las reformas estructurales, en específico la reforma fiscal. Y sí, esto necesariamente significó un aumento en lo recaudado por el ISR – Principalmente, aunque el IVA y el IEPS en conjunto están bastante cerca – pues en términos de porcentaje del PIB, el ISR anda en un 6.7% mientras que el IEPS cuenta con 2% y el IVA en un 3.9% lo que sumando a otros impuestos da un total de 13.1% del PIB, porcentaje mayor al 10.5% que “aportan” los Ingresos No Tributarios.
A partir de aquí podemos destacar un par de cosas: La primera es que la Reforma Fiscal fue enteramente hecha para “mudar” la fuente de ingresos, pasando del petróleo a las familias; La segunda es que seguimos bajo un esquema enteramente redistributivo, por más que la izquierda diga que no.
Ahora, debido a su naturaleza progresiva – Quien tiene más paga/consume más, supuestamente – uno podría pensar que si aumentó la recaudación de impuestos como el ISR y el IEPS también lo hicieron los ingresos de las personas que pagan el mayor porcentaje de estas argucias fiscales – Además del natural aumento de contribuyentes en un 32% en comparación al 2012, claro está – sin embargo y de manera muy desafortunada lo que aumentó, en realidad, fueron las tasas que estos recaudan: El ISR pasó del 30% al 35% (en personas físicas) y el IEPS “surgió” en alimentos y bebidas que engordan, tal cual.
Así, bajo el pretexto infalible de la redistribución – O distribución correcta del ingreso, como le quieran llamar – nos venden que solo los más ricos pagan, que solo los más vastos consumen cuando, de ser así, ¿Por qué no pensar en liberar a los pequeños y medianos empresarios de tantas presiones tributarias? ¿Por qué son las familias de a pie quienes terminan cargando con el peso del gravamen a productos cotidianos? ¿Por qué fregar al ciudadano si su aporte es verdaderamente una nimiedad?
Ni el ISR, ni el IVA, ni el IEPS están hechos para ricos y en favor de los pobres, no, para nada, hay que tener presente que todo impuesto es, por naturaleza, un castigo a los buenos resultados, a hacer las cosas bien, a salir delante de manera honesta, digna y trabajadora, porque solo el trabajo dignifica a las personas y quitarle el resultado de su esfuerzo, de su dignidad, debería ser condenable bajo cualquier ideología existente.
Pero no, así no es, no aquí.