¿ES JUSTO?

PESOS Y CONTRAPESOS
Se amplía hasta el 30 de mayo la prohibición para la realización de actividades económicas no esenciales, concepto falaz porque no hay actividades económicas que, por su propia naturaleza, sean esenciales o no. Lo que hay son actividades económicas que, para unos, no son esenciales, mientras que, para otros, sí lo son.
Insisto en el ejemplo: para mí no es esencial ir a comer a un restaurante, pero para la gente que trabaja en y para el restaurante, desde el cocinero hasta el proveedor, sí es esencial que yo vaya. De ello depende su trabajo y su ingreso, su consumo y su bienestar.
¿Se justifica prohibir las actividades económicas de todos para salvar la vida de uno? No. ¿Se justifica prohibir la actividad económica de uno para salvar la vida de todos? Sí. En estos dos casos, los extremos, queda claro lo que debe hacerse. Nosotros nos encontramos en algún punto intermedio y, tal vez convencido de que en ello consiste el “punto medio”, el gobierno permite las actividades económicas que considera esenciales (¡entre las que se encuentran las que proveen a la construcción de Dos Bocas, Tren Maya y Santa Lucía!) y prohíbe las que considera que no lo son.




Dado que se trata del “punto medio”, no se salvan tantas vidas como se salvarían si se prohibieran todas las actividades económicas pero, a cambio, no se prohíben tantas, ni se afectan tantos puestos de trabajo y fuentes de ingreso, como sucedería si, con la intención de salvar a todos, se prohibieran todas las actividades económicas. La estrategia del “punto medio”, ¿es correcta?
La respuesta depende de qué tipo sea tu actividad económica: si es considerada esencial, y permitida, tus problemas serán menores, y pensarás que es lo correcto; si es considerada no esencial, y prohibida, tus problemas serán mayores, y pensarás que no lo es. Pero, ya que en economía todo está conectado a través de una enorme red de intercambios, el que se prohíban actividades no esenciales afecta a las esenciales. No son mundos separados sino conectados.
No olvidemos la pregunta más importante: la prohibición de las actividades económicas consideradas no esenciales, y el aislamiento de quienes las realizan, ¿qué tanto ayuda a reducir el contagio?




Lo ideal es mantener aislados a los enfermos, lo cual sería posible si todos los casos fueran sintomáticos. Como no lo son el gobierno ha optado por aislar al mayor número posible, distinguiendo entre actividades económicas esenciales y no esenciales. ¿Es justo prohibirle trabajar y generar ingreso a unos, poniendo en entredicho su bienestar, para evitar que otros se contagien, lo cual no quiere decir que necesariamente mueran? Si todos respetáramos el uso de cubrebocas, la sana distancia, el lavado de manos, ¿no sería suficiente, no para evitar el contagio, pero sí para minimizarlo?
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