HAY QUE DEJAR LAS URNAS VACÍAS.

Kohoutek Velasco

Una campaña desesperada se ha puesto en marcha, tan aguerrida y apurada que incluso ha intentado trastocar los principios constitucionales que dan forma a nuestra ya lastimada democracia.

Y es que el apuro se les nota; Necesitan gente, votos, filas de participantes deseosos de llenar las urnas para después poder presumir aquello como si fuese un triunfo de la participación ciudadana.

¿El resultado? Les da igual, sí, de la misma forma en que les ha dado igual todo aquello que les pone en evidencia.

Lo prioritario para ellos es, pues, que cada casilla se llene de votantes para la prensa, para que no se hable del autócrata en el mundo, para que ojos externos miren con benevolencia al líder que pone su cuello en la guillotina de forma voluntaria.

Más lo importante no está en la pantomima o la imagen simulada, al contrario, está en el fondo, la forma y el modo vil en que esta consulta se ha ido tejiendo, de a poco, entre ataques constantes al verdadero objetivo de esta trastada: El Instituto Nacional Electoral.

Si la consulta es un éxito y resulta que un 80% del padrón electoral sale a las calles para refrendar con su apoyo al presidente, entonces se dirá que las necesidades presupuestales del árbitro son equivocadas, y que las elecciones, sean cuales sean, pueden ocurrir con incluso menos recursos disponibles.

Entonces comenzará el desarme y la desbandada a mansalva, desarticulando la única institución que puede dar certezas en procesos electorales cada vez más obtusos y complejos, convirtiéndose en otra fuente de recursos y sumisiones para quien vive en el palacio menos austero del país.

Así, sin temor a exagerar, puedo suponer que el éxito participativo en el proceso de revocación, puede significar un dardo envenenado y mortal para la estructura del Instituto Nacional Electoral, su presupuesto, su credibilidad e incluso el carácter tanto independiente como imparcial de sus funciones medulares.

Por otro lado, si la consulta es un fracaso, si nuevamente la sociedad civil muestra su descontento mediante la fría indiferencia, entonces no pasaremos de la rabieta y el arguende, del señalamiento precoz en plena mañanera.

Eso es lo que está en juego a ciencia cierta, sin importar las calumnias o mentiras que los aplaudidores y fanáticos puedan soltar estos días.

Tengamos presente que la democracia participativa ya se ejerció en su momento, cuando se eligió a un presidente para determinado periodo de tiempo, ni antes ni después, salvo por las honrosas excepciones enmarcadas por la ley correspondiente.

GUILLERMO BARBA

Sepamos bien que los mecanismos de protesta frente a un jerarca desesperado, triste y abandonado también van tomando rumbo de a poco, no aquí, en un ejercicio simulado, sino en el periodismo denostado cada mañana, en las sociedades civiles que se organizan, investigan y denuncian pese a la constante intimidación presidencial. No permitamos que tomen la narrativa opositora nuevamente como propia.

Morena ha violentado nuestro estado de derecho a placer y sin culpas. Salir a votar es respaldarlos, sin importar en donde pongas la cruz en esa boleta tendenciosa.

Basta ya de querer dinamitar la vida democrática del país, de esa ansia enferma por querer obtener recursos para dispendios onerosos sin importar las instituciones que se desmantelen y sometan en el proceso.

Hay que dejar las urnas vacías; Que el circo se quede solo, y que al final, tras el fastuoso acto de fracaso y tristeza, solo quede el diminuto maestro de ceremonias entre sus propias bestias.

El silencio debe ser nuestra voz. Hay que dejar las urnas vacías.

Hay que dejar las urnas vacías.