LAS NARCOSERIES

margarito
Ricardo Homs

Hay reportajes documentados que han salido a la luz pública describiendo un nuevo fenómeno social  en varias regiones del país.  Niños y adolescentes empiezan a idealizar el glamour de la vida de dinero, poder, fama y mujeres, que suponen rodea a los capos de la delincuencia organizada.
A su vez, el sueño de muchas jovencitas en esas zonas es convertirse en la pareja de algún capo poderoso y llevar una vida de lujos.
Para entender ésto, por una parte vemos un manejo persuasivo de comunicación realizado por los capos en sus comunidades, donde terminan siendo idealizados como los modernos Robin Hood o los héroes populares, como lo fue en su momento la figura mítica de Chucho el Roto, o los superhéroes de Marvel. De esta forma han sembrado una imagen aspiracional donde niños y adolescentes ven reflejado su futuro.
En adición a lo anterior, el gran peso emocional de las nuevas producciones denominadas narcoseries, está haciendo estragos en los valores morales y sociales de las nuevas generaciones, principalmente jovencitos “millenials” y la denominada “generación X” y estas influencias son el resultado de lo que hoy vemos traducido en violencia, delincuencia y corrupción.
La narcocultura hoy es una realidad en México y responde a un manejo frívolo y hasta irresponsable de productores de televisión y fonogramas que la promueven sin importarles el impacto en la sociedad.
Es cierto que hay una línea muy delgada, o sumamente delgada, que separa el derecho de expresión que asiste a los productores y la responsabilidad moral que ellos tienen por el impacto de estas series en la conducta de un segmento importante de la población, que es vulnerable emocionalmente y con capacidad de ser manipulado.
Si a esto añadimos un ingrediente que no existe en países líderes en producción televisiva, como lo es Estados Unidos, que es el resentimiento social en los segmentos de bajo poder adquisitivo por la falta de oportunidades que en México no estamos ofreciendo a estos jóvenes.
Añadamos también las historias de impunidad que se transmiten en los noticieros televisivos respecto a la corrupción desmedida de algunos funcionarios públicos y la impunidad que les rodea. Ante ésto no deja de ser entendible que estos jóvenes vean como alternativa para alcanzar dinero fácil, su ingreso a la delincuencia organizada, ya que ni en el sector productivo ni en la política tienen acceso para cumplir sus ambiciones.
.Ante este contexto, es donde el glamour de las narcoseries estimula el deseo de formar parte de ese mundo idealizado.
Ésto se vuelve hoy un gran problema. Prohibir las “narcoseries” desde el aparato del Estado Mexicano, ya sea el Congreso o el Poder Ejecutivo, generará el efecto contrario al que se pretende. Por tanto, aunque existiesen los medios legales para prohibir su transmisión, en este mundo dominado por las percepciones, donde la verdad no cuenta, sino los significados emocionales orientados hacia lo que la gente desea, la aplicación directa de la ley puede generar un rechazo y acusaciones de aplicarse “censura” mientras los mensajes gubernamentales no dejan de ufanarse de que vivimos en un entorno de libertades y derechos.
No faltarían los oportunistas que políticamente cuestionarían estos intentos como “censura”.
Por otra parte, esta política restrictiva estimularía el mercado negro de DVD´s piratas donde seguramente la delincuencia organizada domina y se generaría un fenómeno consumista que sería peor aún, pues si hoy estas series están principalmente en TV de paga, entonces brincarían con fuerza a este otro mercado, el pirata, difícil de controlar.
Se debe tener cuidado en la estrategia para enfrentar el gran riesgo social que representan las narcoseries. Los fenómenos sociales de hoy muestran que lo que se prohíbe, crece de valor y se convierte en tendencia y moda. Los ejemplos están a la vista.
Si usted es padre de familia bien sabe que si prohíbe tajantemente algo a hijos niños o adolescentes, lo que provocará será un conflicto que fortalecerá aquello que quiere evitar.
Los planteamientos que están haciendo las comisiones de Radio y TV, tanto de la Cámara de Senadores por conducto de Zoé Robledo y de la Cámara de Diputados a través de Lía Limón, de forma correcta han identificado el problema.
Sin embargo, para poder alcanzar el objetivo de neutralizar el impacto de las narcoseries y desgastar la narcocultura, es necesario buscar estrategias que no puedan ser consideradas “censura”.
El camino para lograrlo podría ser más largo, pero más efectivo y con menos riesgos.
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