Liberalismo (1/5)

Por lo general se cree que el liberalismo es una ideología. Si por ideología entendemos (siempre es bueno comenzar definiendo los términos que se van discutir), una idea preconcebida, producto del diseño humano, de cómo debe organizarse la sociedad, y por lo tanto de cómo deben comportarse las personas, por las buenas o por las malas, para conseguir ese tipo de organización, el liberalismo no lo es. Entonces, ¿qué es? Un principio de conducta: Respetando los derechos de los demás, y asumiendo el riesgo y la responsabilidad, haz lo que quieras. Esto es el liberalismo, definición con la cual no todos, comenzando por muchos libelares, están de acuerdo.

En el Diccionario de la Lengua Española, de la Real Academia Española, se define al liberalismo, en primer lugar, como la “actitud que propugna la libertad y la tolerancia en la vida de una sociedad” y, en segundo término, como la “doctrina política que postula la libertad individual y social en lo político y la iniciativa privada en lo económico y cultural, limitando en estos terrenos la intervención del Estado y de los poderes públicos”.

Por su parte, en el Diccionario de Política de Norberto Bobbio, Nicola Matteucci y Gianfranco Pasquino, de Siglo XXI Editores, la voz liberalismo ocupa veintidós páginas, y empieza así: “Liberalismo, una definición difícil”, definición que no es una sino varias, porque el liberalismo puede definirse desde varios puntos de vista, que van desde el histórico (liberalismo que entonces se identifica con hechos que van, desde la promulgación de la Constitución de Cádiz, 1812, a favor del liberalismo democrático, hasta la aparición del Consenso de Washington, 1989, a favor de la economía de mercado, basada en la libertad individual y en la propiedad privada), pasando por el político (liberalismo que entonces se identifica con la democracia), hasta llegar al económico (liberalismo que entonces se identifica con la economía de mercado).

El liberalismo no es una ideología, una idea preconcebida, producto del diseño humano, de cómo debe organizarse la sociedad y, por ello, de cómo, por las buenas o por las malas (y si es por las buenas no hay problema, pero si es por las malas sí lo hay), deben comportarse las personas para lograr ese tipo de organización, lo cual supone, en mayor o menor medida, pero siempre en alguna, limitar el ejercicio de la libertad individual y el uso de la propiedad privada en función de esa idea preconcebida, que es un proyecto único.

El liberalismo es un principio de conducta, y por lo tanto algo ético, no ideológico, que reconoce que, siempre y cuando se respeten los derechos de los demás, y siempre y cuando se asuman los riesgos y las responsabilidades inherentes a la acción humana, cada quien puede hacer, en pleno ejercicio de su libertad, lo que le dé la gana, sin que se le prohíba algo más que violar los derechos de otros, sin que se le obligue a algo más que respetar los derechos de los demás, sin que se le castigue por algo más que violar derechos.

Si el liberalismo consiste en este principio de conducta, respetando los derechos de los demás, y asumiendo el riesgo y la responsabilidad, haz lo que quieras, y si tal respeto no es otra cosa que la justicia, el liberalismo supone, más que el Estado de Derecho, el Estado de Justicia.

Continuará.

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18 de septiembre de 2022