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| Kohoutek Velasco |
En un mundo donde la información viaja, se actualiza, manifiesta y reproduce con tanta facilidad como el nuestro, resulta hasta cierto punto inevitable, el encontrarse con posturas que agradan a todos. – o a una mayoría a la que se teme contradecir. – Es decir, una especie distinta de verdad absoluta que, simplemente, tiene el carácter de “absoluta” porque es la que menos “grupos vulnerables” ofende.
Sí, vivimos en una sociedad donde lo políticamente correcto se ha extendido a cada ciudadano con acceso a internet.
Antes de seguir voy a reiterar la definición que yo encuentro más apropiada a “políticamente correcto”: Aquella postura, declaración, contenido o material que ofende o agravia al menor número de minorías posibles. O sea, quien trata de caerles bien a todos o, en su defecto, a algún grupo minoritario en específico.
¡Ojo! Con esto no estoy diciendo que esté mal tomar una postura favorable hacia ciertos sectores o grupos, ni mucho menos trato de desvalorizar el trabajo de quien, voluntariamente, así lo hace, simplemente creo que tomarlo como una bandera capaz de censurar o prohibir aquello que nos desagrada, es incorrecto y tienes graves consecuencias. – Además hay que recordar que el individuo es la minoría por excelencia, dicho sea de paso –
Puede que para muchos no sea tan evidente aún cuando solo hace falta girar la cabeza al cine, a la música y a nuestras propias redes sociales donde emitir una postura personal puede ser sinónimo de un linchamiento social y, en el peor de los casos, puede llevarnos a la cárcel – Como el caso de cierto cantante grupero – o a perder nuestro empleo. – Ni falta hace mencionar la referencia, creo yo. –
En fin, seamos claros: Hay un límite entre promover la inclusión o la equidad y en promover, mediante tu “punto incluyente”, la marginación de quien no piensa igual que tú, a fin de cuentas, si seguimos por este mismo camino, puede que un mal día haya alguien con la facultad suficiente para dictar lo que ofende de lo que no, lo que agrada de lo que molesta y sus respectivas sanciones, aunque, desafortunadamente, es algo que cada régimen totalitario no ha enseñado a mala manera.
Entonces estemos, todos, muy atentos a esa línea tenuemente dibujada entre lo incorrecto y lo censurado, que entre debatir y reprimir no hay ya, en estos tiempos, mucha distancia.
A todo esto vale la pena recordar, como conclusión, que una sociedad que premia la corrección política en vez de la sinceridad, el diálogo y el debate, termina por crear, bajo la siempre confiable ley de la demanda, a aquellos personajes que se atreven, en un extremo igual o mucho más terrible, a romper ese paradigma en aras de saciar dicha necesidad… ¿O no les suena el nombre del personaje menos políticamente correcto? Una pista: Ama los muros.
“Kohoutek Velasco, miembro fundador de México Libertario. Ni de izquierda ni de derecha; Simplemente lógico. Activista y escritor liberal.”
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