Médicos del crimen

Oscar-Hernandez
Óscar Hernández

Es todo, menos una clínica de salud. Se ubica en el sur de Cuernavaca, Morelos.
Es un centro de salud modesto; sus pasillos, poco iluminados, conducen a cuatro consultorios donde no hay pacientes. Saben lo que aquí ocurrió.
Nos recibe Pablo; médico cirujano de 49 años de edad y dos décadas de carrera profesional. Un hombre robusto, pronunciadas arrugas y canas, dice, prematuras.
Nos pide apresurarnos; teme que afuera noten la presencia de equipo de televisión.
En su consultorio, arriba de un mueble donde guarda instrumental médico, hay dos videocámaras, “ya tiene que ser asi”, dice un galeno dispuesto a compartir su experiencia.
De acuerdo con la Federación Nacional de Colegios Médicos de México, los Estados de Veracruz, Guerrero y Morelos lideran la lista donde el sector médico es más vulnerable ante el crimen organizado.
La experiencia
Abotona su bata blanca; asegura el nudo de la corbata azul y se sienta frente a nosotros. Pablo quiere terminar pronto; no lo expresa pero desea que nos retiremos a la brevedad.
Este hombre conoce los alcances de los grupos del narco. Nunca imaginó estar amenazado de muerte. Él y otros galenos del municipio han sido obligados a atender criminales heridos.
Hace tres meses, asegura, vivió la experiencia más amarga de su vida profesional: “los hospitales generalmente le abren las puertas a todo el que toca, no discriminan, no ves si son de algún sector económico específico y por lo tanto, al abrirle la puerta a cualquier persona, lo hacemos con el delincuente”.
La noche del 11 de enero de 2014, tocaron el timbre de esta clínica. Pablo fue el encargado de abrir porque ya habían cerrado y él revisaba documentos; apenas lo hizo cuando cuatro armas de grueso calibre apuntaron hacia su rostro.
“Llegó un herido cargado por otras dos personas; vi dos camionetas atrás, con vidrios polarizados; todos llegaron armados… Me dijeron que le hiciera algo; yo no podía decirles que no”, recuerda el médico.
Bajo amenazas fue obligado a atender al lesionado por arma de fuego, ante el asombro y temor de  algunos empleados que no daban crédito a lo que ocurría.
“Lo atendías en ese momento y te estaban vigilando, no podías hacer una llamada, no podías realizar algún tipo de comunicación, porque estaban al pendiente de tus movimientos”, comparte una víctima de la delincuencia, que a su vez salvó la vida de quien podía quitarle la suya.
Ésta, es la realidad de algunos  médicos en Morelos. Se volvieron figuras estratégicas para el crimen organizado. Otros galenos son secuestrados para llevarlos a parajes ocultos y prestar atención a los lesionados en enfrentamientos. “Lo que se llaman levantones a médicos particulares, a médicos del sector público, a enfermeras, que se los llevan para atender a un delincuente herido,  y que muchas veces no son devueltos”, afirma Omar Cerezo, vocero de la Asociación de Hospitales Privados de Morelos.
En los últimos 5 anos, más de 40 médicos fueron secuestrados, dos de ellos asesinados; además 106 de las 116 clínicas privadas han sido presa de la delincuencia, según datos de la citada asociación.
Problema que crece
De poco sirven las marchas y manifestaciones de cientos de médicos y enfermeras de aquella ciudad y recientemente de Minatitlán, Veracruz, para exigir el hostigamiento al sector médico.
En proporción al número de habitantes, la entidad se ubica entre las 5 con mayor tasa de homicidios, entre estos se contabilizan los cuerpos de los llamados “médicos del crimen”, aquellos que no tuvieron derecho a elegir.
Mandos involucrados
Por años, la policía de Morelos fue contaminada por la corrupción, como lo reconoce Alberto Capella, Comisionado de Seguridad en el Estado, “la guerra contra el narco es importante pero no la más difícil; la más difícil es al interior de las instituciones; encontramos muchos policías coludidos con el crimen organizado”, nos decía en una entrevista realizada cuando tomó el mando.
Capilla acepta que algunos informados entregaron direcciones de clínicas y nombres de doctores, que luego fueron blanco de la delincuencia, “los secuestradores, así como la mayoría de delitos, no pueden tener tanto éxito, si no traen un acompañamiento de traidores dentro de las instituciones, particularmente de policías”.
Vidas interrumpidas
Cansados de la inseguridad, médicos contratan seguridad privada y sistemas de videovigilancia; dicen no tener miedo a tomar otras medidas, “hemos pensado en comprar armas para defendernos, ya sea dentro de la clínica, o en el trayecto de nuestras casas a los hospitales”, relata Pablo.
La situación Nacional
La Federación de Colegios Médicos de México registró entre 2008 y 2014, más de 3 mil ataques a sus miembros, con más de 30 asesinatos. “Muchos ya no quieren prestar el servicio por temor al narco; ejercer la medicina se volvió profesión de alto riesgo”, sentencia.
Hoy dia, cuando deben viajar para prestar su servicio social, muchos pasantes se niegan a trabajar en zonas alejadas de las urbes; llamadas ” áreas calientes”, temen por sus vidas al ser obligados a atender delincuentes heridos.
Son los galenos del crimen; los que, ante la ineficacia de un sistema estatal y nacional de seguridad, no tienen derecho a elegir.

Óscar Hernández Bonilla es reportero de investigación en Proyecto 40. Conductor suplente en Informativo 40. Especializado en temas sociales y seguridad. Coberturas electorales, desastres naturales,  e internacionales: guerrilla de las FARC. “En cualquier parte hay algo valioso, digno de narrar; el reto es descubrirlo”.

E-mail: oskarhbonilla@gmail.com

Twitter: @ohernandezb