MERCADO, LIBRE Y JUSTO

PESOS Y CONTRAPESOS

Ricardo Anaya dijo: “Creo en el libre mercado, sí, pero creo que el libre mercado tiene que ser justo”, afirmación ante la cual hay que preguntarle qué entiende él por libre mercado justo.
El mercado es la relación de intercambio entre compradores y vendedores, intercambio que siempre es voluntario, ya que con el mismo ganan las dos partes involucradas: cada una valora más lo que recibe que lo que da a cambio. El resultado del intercambio es un bien común: bien porque ambas partes GANAN, común porque AMBAS partes ganan. El intercambio, el mercado, es un juego de suma positiva.
Si el intercambio es voluntario entonces cualquier intercambio es libre, por lo que hablar de libre mercado es redundante. El mercado o es libre o no es mercado. El oferente es libre frente a su contraparte, el demandante, y éste es libre frente aquel. El intercambio o es voluntario o no es intercambio, siendo entonces algo distinto, como podría ser el caso de un robo sui generis: el “oferente” obliga a alguien (que no sería demandante) a comprarle o el “demandante” fuerza a alguien (que no sería oferente) a venderle.




Pero el mercado no solo es libre sino que, precisamente por serlo, por basarse en la participación voluntaria de todas las partes involucradas, es justo, sobre todo si por justicia entendemos el respeto a los derechos de los demás. Si el comprador le paga al vendedor el precio pactado, y por lo tanto hay intercambio, ¿viola algún derecho del mismo, cometiendo una injusticia? No, por su puesto que no. Y si el vendedor le entrega al comprador la mercancía pagada, razón por la cual se da el intercambio, ¿comete una injusticia, violando algún derecho? No, claro que no.
Si alguna de las partes involucrada en el intercambio, y por lo tanto participante en el mercado, considera que el resultado del mismo será injusto (cualquier cosa que ello signifique), puede evitar la injusticia negándose a intercambiar, negación ante la cual la contraparte no tiene otra opción más que aceptar, razón por la cual la gran mayoría de los intercambios resulta justa.
¿Quiere lo anterior decir que no puede haber injusticias en el mercado, que los intercambios injustos no existen? No, se dan cuando una de las partes involucradas no cumple con su parte, violando el derecho de la contraparte: cuando el vendedor no entrega la mercancía comprada o cuando el comprador no paga la mercancía vendida, injusticias que reclaman la intervención del gobierno, que en este caso cosiste en hacer valer los derechos de los agentes económicos involucrados, compradores y vendedores.
A quienes dicen estar a favor del libre mercado, ¡siempre y cuando sea justo!, hay que preguntarles qué entienden por libre mercado justo, porque podría darse el caso de que pretendan algo más que hacer valer los derechos de compradores y vendedores, extralimitándose en sus tareas, lo cual resulta contraproducente.
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