NUESTRA RIQUEZA NO VALORADA AÚN

margarito
Ricardo Homs

Hay países que se distinguen del resto por lo que producen. Japón se ha convertido en el símbolo de la tecnología para el confort de la vida cotidiana, a buen precio. Los equipos de audio y video si son japoneses tienen alto reconocimiento. En contraste, los productos tecnológicos de alta precisión sobre todo para la salud y para usos científicos, si son alemanes, traen una credibilidad alta. Suiza se reconoce por su industria relojera de gran tradición y las marcas más caras son de este país.
A España se le reconoce como industria turística y a los italianos como un país líder en diseño y una larga tradición artística. A los chinos como productores artículos muy baratos pero de poca calidad
A Francia se le valoran sus vinos, principalmente tintos y vinos blancos espumosos, como el champagne.
Si tomásemos el ejemplo de los autos, quedaría muy claro el sentido de esta reflexión. Si los queremos de alta tecnología, optamos por las marcas alemanas y por eso son caros. Si los queremos deportivos y de líneas audaces, preferimos los italianos. Si los queremos de buena calidad, funcionales, rendidores y de precio justo, consideramos más a las marcas japonesas y las de oriente.
Buen precio y aguantadores, son las marcas norteamericanas.
A final de cuentas hablamos de percepciones y cómo la “marca país” respalda los atributos de la producción que distinguen a una nación y le ayudan a competir internacionalmente con eficiencia.
México se ha convertido en un importante maquilador de todo tipo de productos, por su mano de obra de gran calidad y a su vez de bajo costo.
Los bajos salarios que se pagan en México nos vuelven competitivos, no tanto como los chinos, pero estamos bien valorados.
De este modo vemos que nos hemos convertido en una potencia maquiladora de autopartes automotrices y para la industria aeronáutica, lo cual genera muchos empleos y bien pagados si los comparamos con la media nacional, que se mueve en el ámbito de la sobrevivencia.
A su vez, Jalisco está destacando como el Silicon Valley de México, maquilando y ensamblando productos de alta tecnología informática y de telefonía celular.
Esta capacidad maquiladora ha sido capaz de dar estabilidad económica a nuestro país y compensar el descenso de los precios del petróleo, que hasta hace no muchos años, era la columna vertebral de nuestra economía.
Nuestra fortaleza es la gran capacidad de nuestra mano de obra, dedicada y comprometida, con mucho amor por el trabajo. La mano de obra que no logramos colocar en el país, se acomoda aunque sea en la economía informal en Estados Unidos, al grado de que el volumen de las remesas que envían nuestros paisanos es de tan gran tamaño que supera a nuestra industria petrolera.
Las remesas de mexicanos durante 2015 sumaron 24,770.91 millones de dólares según el Banco de México.
Sin embargo, esta estabilidad económica generada por la industria maquiladora, las remesas y lo que aporta el petróleo, se sustenta en bases endebles, pues dependen de decisiones fáciles de tomar. Simplemente la amenaza del presidente Trump de evitar que empresas norteamericanas, que son la mayoría de las extranjeras que operan en México, sigan creciendo en el exterior, así como endurecer medidas necesarias para frenar el flujo migratorio y expulsar a los residentes sin documentos, impactarían negativamente en nuestra economía.
¿Qué es lo que tenemos los mexicanos y que es valorado en el exterior?… Definitivamente una gran riqueza cultural, que se manifiesta en el arte y una cultura popular que optimizada enriquecería a nuestra industria turística.
Muchísimos pintores y escultores mexicanos han emigrado fuera del país para vivir de su arte y exponen en las grandes galerías del mundo.
Grandes voces mexicanas, finamente educadas, han enriquecido a la música clásica contemporánea y se presentan en los más afamados escenarios.
Hay artesanías finamente trabajadas, que no son las que vemos en los mercados locales, pero están conquistando mercados extranjeros.
Nuestra industria cinematográfica está obteniendo reconocimiento en el exterior.
Sin embargo, el presupuesto asignado por el Congreso para promover la cultura mexicana en 2017 es 20% menor que el de 2016. Bajó de 15,255 millones de pesos en el 2016 a 12,428.
Es evidente que el problema es la percepción que en México tenemos de la cultura como un gasto social y no como inversión.
También es cierto que nuestros intelectuales ven este presupuesto como una bolsa para financiar proyectos caprichosos a fondo perdido.
Si lográsemos entender que la cultura de este país, si se plantea con visión emprendedora y competitiva, puede generar una gran industria de altísima rentabilidad, que de paso impactaría favorablemente la imagen de México en el exterior, todo sería diferente.
Los mexicanos tenemos íconos de artes plásticas como los tres famosos muralistas que crearon una época de esplendor, más Frida Kahlo y muchísimos más.
La cultura popular que bulle en nuestras calles es apreciada por el turismo europeo principalmente.
Se debe invertir en cultura, pero no como hasta ahora, sino con una visión de desarrollo económico integral. Invertir al arte y la cultura popular con visión de producto de exportación. En eso los mexicanos sí tenemos mucho reconocimiento internacional.
Tenemos que desacralizar la cultura y preparar a nuestros artistas populares para que con visión de mercado, vivan decorosamente de su talento.
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