OTRO MÍNIMO ANUAL, EL 38

En contra de todas las expectativas, el precio del dólar sigue bajando. El pasado viernes se ubicó (tipo de cambio FIX, un promedio que calcula diariamente el Banco de México), en 16.7892 pesos, nuevo mínimo anual, el 38 en lo que va del año, lo cual dio como resultado, del 1 de enero al 14 de julio, una apreciación del peso frente al dólar de 2.68 pesos, 13.78 por ciento.

Escribo “en contra de todas las expectativas” porque, por poner un ejemplo, hace un año, en la encuesta de julio de 2022 del Banco de México a los especialistas en economía del sector privado, y según el promedio de las 38 respuestas recibidas, la expectativa del tipo de cambio para este julio fue de 20.98 pesos por dólar. Seis meses después, hace seis meses, en enero pasado, la expectativa fue de 19.82 pesos por dólar. El viernes fue 16.7892 pesos por dólar.

Conforme a la encuesta de junio pasado, según el promedio de las 36 respuestas recibidas, terminaremos el año con un tipo de cambio en 18.37 pesos por dólar (20.00 según la expectativas más pesimista, 16.70 según la más optimista), encuesta que se levantó entre el 20 y el 27 de junio, días en los que el tipo de cambio promedió 17.1593 pesos por dólar. Seguramente, en la encuesta de julio, que el Banco de México publicará el martes 1 de agosto, dichas expectativas se habrán “revisado a la baja”.

No han faltado quienes consideran que el tipo de cambio peso – dólar no debe bajar más, porque la apreciación afecta, de entrada, a los exportadores, quienes, a principio de año, por cada dólar que exportaban recibían 19.4715 pesos y el viernes pasado solamente 16.7892, y para una economía abierta al comercio exterior, como la mexicana, eso no conviene, porque puede afectar a la producción, el empleo y el ingreso y, por lo tanto al bienestar.

A quienes así opinan hay que recordarles que, del comercio exterior, las exportaciones son uno de los medios para obtener los dólares para pagar las importaciones (otros medios son: las remeses, la inversión extrajera, la repatriación de capitales, la deuda externa), que son el fin de dicho comercio: con lo que exportamos satisfacen sus necesidades los extranjeros, con lo que importamos las satisfacemos nosotros, y a

nosotros, como consumidores de productos importados, lo que nos conviene es que el precio de lo importado sea el menor posible, para lo cual se requiere que el precio del dólar sea, también, el menor posible.

Se puede argumentar, muy falazmente, que, de seguir la apreciación del tipo de cambio, vamos a terminar importándolo todo, dejando de exportar y, por lo tanto, de producir, lo cual es visto como una verdadera desgracia, siendo que, si fuera posible, que no lo es, no lo sería: ¿se imaginan  poder importarlo todo, sin tener que trabajar, que producir, que exportar? Sería lo ideal, pero no es posible porque, para comprar (importar) previamente hay que vender (exportar), para generar el ingreso (dólares) con el que poder hacerlo, venta (exportación) que requiere de la producción de lo que se venderá (exportará), producción que requiere del trabajo de alguien. No hay manera de darle la vuelta a la necesidad de trabajar y producir.

Por lo pronto, el pasado viernes, el tipo de cambio alcanzo otro mínimo anual, el 38, y a la pregunta ¿seguirá apreciándose?, solo puedo responder, honestamente, no sé.

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