PERISCOPE CIUDADANO

El operativo denominado “Vecino gandalla”, instrumentado por Arne aus den Ruten Haag, city manager de la Delegación Miguel Hidalgo, genera polémica, pues se le cuestiona vulnerar los derechos humanos y el buen nombre de los vecinos captados “in fraganti” cometiendo infracciones.
Es importante concientizarnos de que lo que está en juego es la valoración ética de esta herramienta tecnológica si la aplicamos también para cuidar el cumplimiento de la ley.
Vale diferenciar que Periscope no es lo mismo que juzgar en redes sociales a alguien, generando un posible impacto penal a partir de construir percepciones públicas que pueden no representar fielmente la verdad.
Si consideramos que el impacto de Periscope es limitado pues exhibe públicamente, pero sin mayor consecuencia jurídica, a ciudadanos infractores que contaminan moralmente a la sociedad, podemos reconocer que constituye una herramienta para apoyar el combate a la impunidad cotidiana.
Este uso del Periscope equivale también a la política bastante extendida en los condominios de exhibir la lista de vecinos con adeudos en el pago de la cuota de mantenimiento.
Lo que no podemos negar es que esta práctica, si se extiende, se convertirá en una acción disuasiva en un país de alta impunidad, donde las sanciones son de impacto limitado como freno al abuso, pues la gente considera que la posibilidad de evadirlas es alta aprovechando el entramado de la corrupción cotidiana.
La relajación moral que hoy vemos como algo cotidiano puede concluir en casos extremos en conductas delictivas. Que alguien se estacione en doble fila en una vialidad muy transitada, o deje su auto en el área dedicada a discapacitados sin estar en estas condiciones de limitación física, si no tiene una consecuencia que sea percibida al momento por quienes están cerca, generan la percepción de desorden y esto invita inconscientemente a actuar igual rompiendo las reglas.
A final de cuentas la visión moral de la ley siempre responde a la idiosincrasia local.
En las sociedades sajonas la misma ciudadanía reacciona ante los infractores y les exige el cumplimiento de la ley. En contraste, en nuestra idiosincrasia mexicana somos muy flexibles y preferimos no meternos con quienes evaden la ley si es que esta conducta antisocial no nos afecta directamente.
A la larga, esta indiferencia moral frente a los infractores de la ley, que podemos interpretar como “voltear hacia otro lado”, es la causante del caos moral que hoy estamos viviendo, así como del crecimiento de la delincuencia, pues alimenta la impunidad.
El delincuente de hoy sabe que no hay solidaridad por parte de la ciudadanía y por tanto se llega al extremo de que los delitos se cometen a la vista de todos con un cinismo ofensivo. El delincuente de hoy no se oculta como sucedía antes para cometer el delito, sino que se ufana ante todos de hacerlo. Se convierte en un reto que aumenta la adrenalina y la satisfacción.
El operativo denominado “Vecino gandalla”, aún considerando que fuese represivo, que es la peor interpretación que le podemos dar, terminará poniendo un “granito de arena” para el objetivo de crear ciudadanía y civismo y poner un freno a la falta de respeto a la ley.
Consideremos que al mexicano típico le importa mucho lo que se piensa de él. Por tanto, a partir de ello se puede construir un modelo de alta sensibilidad sicológica adecuado para nuestra idiosincrasia.
La búsqueda de soluciones que den respuesta a condicionantes de nuestra idiosincrasia, nos ayudará a resolver nuestros graves problemas sociales.
Que todos nos convirtamos en “city managers” podría ayudar a resolver en alguna medida, el fenómeno de la impunidad.
¿Usted cómo lo ve?.