PESOS Y CONTRAPESOS EL DISCURSO DE MILEI (1/5)

Más vale tarde que nunca, sobre todo si se trata de algo que vale la pena comentar, como es el discurso que pronunció Javier Milei, el 18 de enero, en el Foro Económico Mundial, de Davos Suiza, cuyas ideas principales vale la pena retomar, sobre todo en un país como México, caracterizado por el desatino de las políticas y las instituciones económicas, que han resultado en 42 años de crecimiento insuficiente.

Comentaré, en esta y en las próximas cuatro entregas, las que considero las cinco ideas más importantes del discurso, comenzando por el último párrafo del mismo: “Para finalizar, quiero dejarle un mensaje a todos los empresarios aquí presentes y a los que nos están mirando desde todos los rincones del planeta. No se dejen amedrentar. No se entreguen a una clase política que lo único que quiere es perpetuarse en el poder. Ustedes son benefactores sociales. Ustedes son héroes. Ustedes son los creadores del periodo de prosperidad más extraordinario que jamás hayamos vivido. Que nadie les diga que su ambición es inmoral. Si ustedes ganan dinero es porque ofrecen un mejor producto a un mejor precio, contribuyendo de esa manera al bienestar general”.

¿Qué me responden si afirmo que los empresarios son benefactores de la humanidad? Para comprobarlo empecemos por los zapatos que traemos puestos. ¿A quiénes se los debemos? A los empresarios que los producen y ofrecen, sin quienes andaríamos descalzos. Terminemos por los anteojos que usamos. ¿A quiénes les debemos desde el armazón hasta los lentes? A los empresarios que los producen y ofrecen, sin quienes veríamos mal.

De acuerdo, pero para considerarlos benefactores tendrían que regalarnos desde los zapatos hasta los anteojos, y al contrario: nos cobran un precio. Este tema ya no lo discuto: como consumidor me queda claro que si quiero tener desde zapatos hasta anteojos debo pagarle a quienes los producen y ofrecen un precio que les permita, por lo menos, recuperar su costo de producción, precios que no son caprichos de ellos sino consecuencia de los costos de producción.

Pensémoslo un momento, ¿cuál es la mejor prueba de que lo que los empresarios hacen, producir y ofrecer bienes y servicios, nos beneficia? El hecho de que estamos dispuestos a pagar un precio por ello. Tú, lector, ¿estás dispuesto a pagar un precio, el que sea, por algún bien o servicio que no te satisface una necesidad, un gusto, un deseo, un capricho?

Vistas así las cosas, es o no verdad que el empresario es un benefactor de la humanidad, alguien que le hace el  bien a los demás, lo cual no quiere decir que lo haga gratuitamente, no porque no quiera, sino porque no puede, y no puede porque producir y ofrecer bienes y servicios cuesta, y donde hay un costo debe haber un precio, que alguien debe pagar, debiendo ser el consumidor.

¿Estamos viviendo, como afirma Milei, “el periodo de prosperidad más extraordinario que jamás hayamos vivido”? Para comprobarlo recomiendo la lectura de Superabundance, the story of population growth, innovation and human flourishing, on an infinitely bountiful planet,  de Marian L. Tupy y Gale L. Pooley; de More, a history of the world economy from de iron age to the information age, de Philip Coogan; de Open, the history of human progress, de Johan Norberg.

Continuará.

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27 de marzo de 2024