PESOS Y CONTRAPESOS. ILUSIÓN CRISOHEDÓNICA.

El resultado correcto en la balanza comercial (exportaciones e importaciones), es el déficit (es más lo que se importa, la cantidad de mercancías que entra al país, que lo que se exporta, la cantidad de mercancías que sale del país), resultado que contribuye, ceteris paribus, a minimizar lo más posible la escasez y, como contrapartida, a maximizar lo más posible el bienestar de las personas, que depende de la cantidad, la calidad y la variedad de los bienes de los que disponen para satisfacer sus necesidades, sin importar que hayan sido producidos en el país o importados desde otros países. A menor escasez mayor bienestar, y viceversa: a mayor escasez menor bienestar. Y el bienestar es el fin de la economía.

El problema económico de fondo es la escasez, el hecho de que no todo alcanza para todos, menos en las cantidades que cada uno quisiera, y mucho menos gratis. Una de las condiciones que tiene que cumplirse para minimizarla, en el entendido de que nunca la eliminaremos (nunca viviremos en un mundo en el cual todo alcance para todos, en las cantidades que cada uno quiera, y totalmente gratis), es que la oferta total de bienes, ya sea por producción nacional ya por importaciones, sea la mayor posible. Ceteris paribus, para conseguirlo se requiere que, en materia de comercio exterior, sea más lo que se importa (la cantidad de bienes que entra al país), que lo que se exporta (la cantidad de bienes que sale del país), o, dicho de otra manera, que la balanza comercial sea deficitaria.

¿Qué pasa, con la oferta total de bienes, si, ceteris paribus, la balanza comercial es superavitaria, si se exporta más de lo que se importa, si la cantidad de mercancías que sale hacia otros países es mayor que la cantidad de mercancías que entra al país? Si el resultado de la balanza comercial es el superávit, como muchos piensan que debe ser, la escasez, ¿permanece constante, disminuye o aumenta? Aumenta, lo cual es malo. Y el bienestar, ¿permanece igual, baja o sube? Baja, lo cual es peor.

Si el fin de la economía es el bienestar de las personas, que depende de la cantidad, la calidad y la variedad de los bienes de los que disponen para satisfacer sus necesidades, cantidad que aumenta con las importaciones, calidad que mejora con las importaciones, y variedad que se multiplica con las importaciones, entonces conviene que la balanza comercial sea deficitaria.

Si el problema económico de fondo es la escasez, que se minimiza si la oferta total de bienes es la mayor posible, entonces conviene que la balanza comercial sea deficitaria, que la cantidad de mercancías que se importa (que entra al país), sea mayor que la que se exporta (que sale del país), tal y como sucede en México: en enero la balanza comercial resultó deficitaria por 4,558 millones de dólares.

Todo lo anterior, que tiene lógica, se viene abajo si uno padece la ilusión crisohedónica, la creencia de que la riqueza consiste en el dinero, lo cual, si fuera cierto, nos llevaría a la conclusión lógica contraria: que el resultado deseable en la balanza comercial es el superávit (exportar más de lo que se importa), no el déficit (importar más de lo que se exporta), ilusión crisohedónica que padecieron los mercantilistas del siglo XVIII y que padecen los neomercantilistas del siglo XXI (como Trump).

Continuará.