¿QUÉ EJÉRCITO QUEREMOS TENER?

Estamos viviendo una era en que a partir de la exhibición mediática, o en redes sociales, de hechos significativos que son ocasionales, se construyen opiniones sólidas que no responden a una realidad cotidiana, pero sí generan una percepción pública de que así es .
El video grabado en Palmarito, donde un soldado remata, no a un ciudadano inerte y sometido, sino a un sujeto armado y con chaleco antibalas, ha dado la vuelta al país y daña la imagen cotidiana del Ejército.
Hoy la delincuencia organizada no sólo está armada de modo muy profesional, sino que está siendo muy efectiva en el manejo de las redes sociales para manipular a la sociedad a su favor.
El hecho de que el video difundido haya sido grabado precisamente por los huachicoleros y difundido por ellos el 09 de mayo en un canal de Youtube creado por ellos mismos denominado “Palmarito Tochapan”, en el cual destacan lo que a ellos favorece como lo es el homicidio del sujeto ultimado por un soldado y omiten toda la información relativa a la forma en que emboscaron al convoy del ejército, nos dimensiona la gravedad de este conflicto que rebasa la violencia callejera y ya se inserta en una lucha informativa de cara a la opinión pública.
En este caso específico ya ha quedado claro que las cámaras que grabaron esa emboscada estaban colocadas precisamente en la vivienda de un miembro de esa banda delictiva y el ataque al convoy militar fue premeditado, para que fuese grabado.
Sin dejar de reconocer que haber ultimado a ese huachicolero fue un acto ilegal y posiblemente delictivo, debemos reconocer también que guiados por esta campaña informativa que nace desde la infraestructura informativa de la misma delincuencia organizada, se está desgastando la honorabilidad del ejército.
La sociedad no está reconociendo ni valorando el rol del ejército y la armada en esta lucha contra delincuentes cada vez mejor organizados y armados, que cuentan con el apoyo de un importante segmento de la sociedad civil.
En el centro de todo este conflicto está el manejo emocional de la información con el objetivo de manipular a la sociedad en contra del ejército, principalmente.
La sociedad y la prensa poco se solidarizan con las familias de los soldados y marinos que caen en los enfrentamientos con los delincuentes.
Los miembros de las fuerzas armadas están bajo escrutinio público, lo cual es correcto porque a final de cuentas representan al estado de derecho y a la ley, pero se enfrentan a delincuentes que atacan sin ninguna limitación y hoy lo hacen con saña desmedida y premeditación.
Debemos exigir a las fuerzas armadas y a las instituciones gubernamentales que actúen siempre con apego al respeto de los derechos humanos. Sin embargo, también debemos protegerles en todos sentidos.
Consideremos que el enemigo al que se enfrentan nuestras fuerzas armadas cada vez se fortalece más y se profesionaliza. Por tanto, en su estrategia está desgastar su imagen para que pierdan nuestra confianza, se vuelvan vulnerables y la sociedad acote su margen de maniobra. Así de este modo nosotros las limitemos para que ellos, los delincuentes, puedan operando con total impunidad.
En las redes sociales y el manejo mediático el crimen organizado está desarrollando un importante trabajo subversivo. Si la sociedad cae en ese juego de manipulación emocional, estaremos debilitando a quienes deben protegernos.
Nuestras fuerzas armadas deben tener el mejor equipo y las condiciones óptimas para que desarrollen su trabajo, así como nuestra confianza.
Es claro que en cualquier enfrentamiento la adrenalina, el temor y el instinto de supervivencia pueden generar errores humanos, que sin embargo deben ser valorados como tales.
Cuando haya casos reprobables cometidos con premeditación, la ley debe ser inflexible y castigar a los culpables. Mientras tanto, para que nuestras fuerzas armadas puedan protegernos, deben sentirse valoradas y apreciadas.
No podemos dejar de reconocer que de todas las instituciones del Estado Mexicano en las fuerzas armadas es donde aún se conservan valores sociales como disciplina, compromiso y sentido de responsabilidad.
¿Usted cómo lo ve?