REFORMA TRIBUTARIA (Primera de tres partes)

PESOS Y CONTRAPESOS
Mucho se ha habloado de la necesidad de realizar una reforma fiscal en México, debiendo preguntarnos ¿para qué? Por lo general la respuesta es: para que el gobierno recaude más y pueda hacer frente a sus compromisos de mejor manera. Recaudar más, ¿cómo? 1) aumentando las tasas de los impuestos que ya se cobran. 2) creando nuevos impuestos. 3) creando nuevos impuestos y aumentando las tasas de los que ya se cobran. 4) cobrando los impuestos que ya se cobran, a las tasas que ya se cobran, pero a un mayor número de contribuyentes. 5) cobrando los impuestos que ya se cobran, pero a tasas mayores, y creando nuevos impuestos, cobrándoselos a un mayor número o de contribuyentes.
Parece ser que una reforma fiscal, cuyo objetivo sea aumentar la recaudación, necesariamente es un juego de suma cero: no hay manera de que el gobierno recaude más sin que se reduzca el ingreso disponible (el que resta una vez pagados los impuestos) de los contribuyentes. Lo que el recaudador gana el contribuyente lo pierde.
Lo anterior es cierto si insistimos en mantener el engendro tributario que padecemos, tanto recaudadores como contribuyentes, y que ha dado como resultado que a más y mayores impuestos menos recaudación, tal y como lo demuestra la lógica: hay dos tasas impositivas a las cuales la recaudación es cero: la tasa del 0 por ciento y la tasa del 100 por ciento. Si la tasa fuera 0 por ciento, no se cobrarían impuestos, y no habría recaudación. En el otro extremo, si la tasa fuera del 100 por ciento la gente no trabajaría, no generaría ingresos, no compraría bienes y servicios, no adquiriría propiedades, y la recaudación sería cero.
Lo anterior quiere decir, como lo vio claramente Arthur Laffer, que entre una tasa del 0 y otra del 100 por ciento hay una tasa impositiva que maximiza la recaudación. En México, ¿nos quedamos cortos o largos con relación a esa tasa? El gobierno, ¿cobra la tasa a la cual se maximiza la recaudación?
Más allá de la respuesta a esta pregunta lo que me interesa es responder a la pregunta de si es posible una reforma fiscal que no sea un juego de suma cero, sino uno de suma positiva, por la cual el gobierno recaude más y los contribuyentes paguen menos. De bote pronto la respuesta parece ser no: no es posible que el gobierno recaude más sin que los contribuyentes paguen más, lo cual es cierto si mantenemos el engendro tributario por el cual, a nivel Federal, se cobran, tomando por separado cada uno de los Impuestos Especiales Sobre Producción y Servicios, 16 impuestos distintos.
¿Qué pasaría si se cobrara un solo impuesto (ni uno más), universal (a todos), homogéneo (la misma tasa en todos los casos), a la compra de bienes y servicios (no al ingreso, no a la propiedad)? La recaudación, ¿bajaría, quedaría igual, aumentaría?
Mañana hacemos las cuentas.
Continuará.
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