TLC, ¿LIBRE COMERCIO?

PESOS Y CONTRAPESOS
El término libre comercio se usa para nombrar al mal llamado comercio internacional, y escribo mal llamado porque las naciones no comercian entre sí. Solamente las personas, no las naciones, pueden establecer relaciones comerciales. México no comercia con Estados Unidos. Un mexicano comercia con un estadounidense, algo muy distinto.
Hay libre comercio en los países en los cuales son los consumidores, y solamente los consumidores, quienes, comprando o dejando de comprar, determinan la composición (el qué) y el monto (el cuánto) de las importaciones. En los países en los cuales hay libre comercio se importan los bienes que los consumidores están dispuestos a comprar, y se importan en las cantidades que los consumidores están dispuestos a comprar. En los países en los cuales hay libre comercio los productores y exportadores extranjeros están, ¡como debe ser!, a las órdenes de los consumidores nacionales, quienes, comprando o dejando de comprar, determinan qué se importa y, por ello, qué y cuánto se produce para exportar en los otros país.




Podría pensarse que los tratados de libre comercio, con el TLC en primer lugar, precisamente por ser de libre comercio, dan como resultado el libre comercio, es decir, una situación en la cual son los consumidores de cada país, y solamente ellos, quienes, comprando o dejando de comprar, determinan el qué (la composición) y el cuánto (el monto) de las importaciones, lo cual no es cierto. Un tratado de libre comercio puede dar como resultado la eliminación temporal de algunas de las barreras que, arbitrariamente, los gobiernos imponen a las relaciones comerciales entre los ciudadanos de sus países, pero no la eliminación definitiva de todas esas barreras, que son injustas (limitan la libertad de los ciudadanos de distinta nacionalidad para comerciar como más les convenga) e ineficaces (reducen la oferta de bienes a disposición de los consumidores).
Comparados con el proteccionismo los tratados de libre comercio son un avance. Pero comparados con el verdadero libre comercio dejan mucho que desear, y el TLC no es la excepción.
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