VIOLENCIA Y CRISIS DE VALORES

Tradicionalmente tendemos a asociar el tema de valores con aspectos de moral e incluso, un gran porcentaje de la población lo vincula con el ámbito religioso.
Sin embargo, los valores también se pueden referir a la forma en que los mexicanos nos relacionamos cotidianamente. Corrupción, falta de respeto a los derechos humanos, impunidad, aceptación de la mentira como forma de socializar en casos de conflicto, por citar algunos, nos remite a una crisis de valores sociales.
Platicando con don Francisco Ibarra López, fundador de Grupo ACIR, mencionó que los países que salen adelante son aquellos que se mueven por valores, sean estos del tipo que fueren.
Eso es una gran verdad. No importa qué tipo de valores sean, pero éstos nos unen alrededor de una visión de país, o de comunidad o incluso de grupo.

Los valores nos dan identidad grupal o de país cuando los compartimos.
El grave problema surge cuando, o no hay valores y entonces sobreviene el caos, o cuando cada quien dice tener sus propios valores e intenta imponerlos a los demás.
Recuerdo cuando hace muchísimos años vi por primera vez la película El Padrino, Don Corleone, el famoso personaje interpretado por Marlon Brando, era claro al dejar ver que sus valores se remitían al ámbito de la familia. Don Corleone decía la frase “un hombre que no pasa tiempo con su familia no puede ser un hombre de verdad”.
Evidentemente en primer lugar de sus prioridades estaba su familia sanguínea y después estaban sus colaboradores en el negocio, que mientras le fuesen leales, representaban ser una extensión familiar.
Aún en ese ambiente, al margen de la ley, los valores permitían establecer reglas aceptadas por todos. De este modo se justificaba la regla de que se respetase a la familia de sus enemigos y jamás se les molestase, siempre y cuando no estuviesen en el negocio. Esos valores, aún en el ámbito de quienes estaban fuera de la ley generaba orden y control.
Incluso en toda la saga de películas de El Padrino, historia construida por el novelista estadounidense Mario Puzo a partir de personajes reales de la mafia siciliana, ni aún en las peores circunstancias ningún matón habría infringido el más leve daño contra un ciudadano ajeno al ámbito delincuencial, sin recibir su castigo por parte de su mismo jefe. Se dañaban entre sí porque competían por el mercado.
Parte de la trama de la primera película se refiere a los intentos de un grupo de delincuentes por involucrar a don Corleone y su banda en el tráfico de drogas, a lo que él se negó por considerarlas peligrosas y contrarias a sus valores. Él insistía en que su ámbito de actividad era el juego y su territorio los casinos.
Por tanto, los valores en el ámbito social generan reglas y ello permite claridad. Todos saben cuales son los límites y qué consecuencias puede generar el rebasarlos.
Delincuencia siempre ha habido, en todos los países y en todas las épocas. Sin embargo, era un mundo marginal que ocasionalmente y a través de un hecho fortuito y circunstancial se acercaba a la vida cotidiana.
Antiguamente la frontera entre la sociedad y el mundo delictivo eran cuerpos policiacos respetados por el ciudadano y que además ejercían autoridad.
En el México de hoy la delincuencia se ha vuelto cotidiana y está latente a nuestro rededor como si fuera la temible “ruleta rusa”, ese juego macabro antiquísimo, por medio del cual se deja al azar la posibilidad de que la única bala alojada en la pistola pueda matar a quien juega con ella. Ser víctima de la delincuencia hoy es cosa del “azar”.
Debemos aclarar. Los valores morales son personales y responden a otras motivaciones más profundas que los valores sociales.
Hoy vemos que a nuestro rededor parece no haber más reglas que el criterio personal, lo cual es muy ambiguo.
La falta de reglas claras derivadas de valores sociales y la percepción de impunidad generan la impresión de que todo se vale para obtener lo que deseamos. Por ello la violencia se ha desatado, generando caos.
Antiguamente los valores morales se transmitían en el seno de la familia. En cambio, los valores sociales, aquellos que intentaban formar buenos ciudadanos, dentro de la escuela.
Hoy ni lo uno ni lo otro. El modelo de familia ha sufrido una mutación que dificulta la convivencia familiar y con ello la transmisión de valores.
Por otra parte, el modelo educativo ha quedado rezagado y la escuela ha dejado de ser el centro de la formación de niños y adolescentes. En la WEB está toda la información que antes recibíamos de modo dosificado en las aulas.
A los maestros se les ha restado autoridad y con ello han perdido la capacidad de formar el carácter y los valores de los estudiantes.
Sin valores no hay orden social y sin orden sobreviene el caos.
¿Usted cómo lo ve?
@homsricardo
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