YA CASI

Ya casi, después de 32 meses, de marzo de 2021 a octubre de 2023, de ubicarse por arriba del límite superior de la meta, cuatro por ciento, la inflación vuelve al redil, entendiendo por ello lo que, según el Banco de México, debe ser: una inflación no mayor al cuatro por ciento anual.

Escribo ya casi porque en octubre la inflación anual, comparando el Índice Nacional de Precios al Consumidor de octubre pasado con el del año pasado, fue 4.26 por ciento, ya casi en los cuatro puntos porcentuales, ya casi en el límite superior de la meta de inflación, ya casi en la máxima inflación aceptable, según las autoridades monetarias, los cinco integrantes de la junta de gobierno del Banco de México.

Fue en febrero de 2021 cuando la inflación se ubicó, por última vez, dentro de los límites de la meta, en 3.76 por ciento. Un mes después, en marzo, superó el límite superior de la misma, con 4.67 por ciento, iniciando un repunte que alcanzaría su punto máximo en agosto y septiembre de 2022, meses en los cuales la inflación fue 8.70 por ciento. A partir de octubre de aquel año comenzó a ceder y en octubre pasado se ubicó en 4.26 por ciento, ya casi en el límite superior de la meta de inflación.

Según el más reciente Anuncio de Política Monetaria, del Banco de México, del pasado 9 de noviembre, será en algún mes del segundo trimestre del año que entra, cuando la inflación alcance el 4.0 por ciento, en el límite superior de la meta, y será en algún mes del segundo trimestre de 2025, cuando se ubique en 3.1 por ciento, a una décima de punto porcentual de la meta puntual, que es del 3.0 por ciento.

El reciente repunte inflacionario, que llevó a la inflación del 3.76 por ciento (febrero de 2021), al 8.70 (agosto y septiembre de 2022), que resultó en una inflación 4.7 puntos porcentuales por arriba de la máxima aceptable (4.0 por ciento), equivalentes al 117.5 por ciento, muestra la poca eficacia del Banco de México para evitar los repuntes en la inflación y mantenerla dentro de los límites de la meta, entre dos y cuatro por ciento, siendo menos malo lo que se acerque al dos que lo que se acerque al cuatro.

Fue en abril de 2020 cuando se alcanzó una inflación del 2.15 por ciento (la segunda más baja desde que se lleva el actual registro, 1970), más cerca del dos que del cuatro, inflación que en agosto y septiembre del año pasado alcanzó el 8.70 por ciento, lo cual dio como resultado un repunte de 6.55 puntos porcentuales, que equivalen al 304.65 por ciento, una muestra más de la poca eficacia del banco central para mantener la inflación dentro de los límites de la meta fijada por las mismas autoridades monetarias, meta que debería ser cero.

Que el Banco de México tenga metas de inflación quiere decir que está a favor de la pérdida del poder adquisitivo de nuestro dinero, que es la pérdida del poder adquisitivo de nuestro trabajo, que viola el derecho al producto íntegro del trabajo, que supone el derecho al poder adquisitivo íntegro del mismo, derecho que la inflación, ocasionada o permitido por el banco central, quien no tiene manera de negar su responsabilidad en el asunto, viola, por lo que resulta injusta. ¿Cuál debe ser el primer paso para eliminar esta injusticia? Que la meta de inflación sea cero. ¿Cuántos de los involucrados en el tema, desde los legisladores hasta las autoridades monetarias, están dispuestos a discutirlo?

Por lo pronto, ya casi.