AMLO perdió el debate (aquí la prueba)

Después de un debate presidencial, todos los bandos se declaran ganadores. Ante ello, lo mejor es buscar indicadores más claros del sentir del público. Las encuestas pueden servir, pero que no son del todo confiables, y menos, cuando tienen que realizarse con tanta premura.
Por eso es mejor observar los mercados financieros, porque son ‘termómetros’ inmediatos de lo bueno y malo que pasa en el mundo. Son instantáneos como las emociones que los mueven.
Durante el debate, el tipo de cambio del peso frente al dólar prácticamente no se movió, lo cual es un mensaje inequívoco de que el candidato puntero, el que ha roto el diálogo con los empresarios e inversionistas, el que pretende echar abajo las reformas estructurales, etc., NO GANÓ.




AMLO perdió el debate.
El martes de la semana pasada, ante el optimismo por un inminente acuerdo en lo general en la renegociación del TLCAN, el tipo de cambio tocó los 17.94 pesos, su menor nivel en siete meses.
Sin embargo, el golpe de realidad llegó el jueves y el viernes, cuando el dólar en el mercado interbancario se disparó en sólo dos días más allá de los 18.68 pesos, ante el giro en el foco de atención hacia la campaña presidencial, en la que todos los sondeos ponen con amplia ventaja al tabasqueño. El diario Financial Times así lo consignó también en su artículo Peso suffers worst drop in 11 months as focus turns to elections (El peso sufre la peor caída en 11 meses a medida que el foco se dirige a las elecciones).
No es casual. Citigroup lo dijo bien en una nota a sus clientes, consignada ayer por Bloomberg: si AMLO gana, el déficit público, los precios y el dólar de dispararán en los años por venir.
Es difícil pensar que los debates por sí solos puedan cambiar las tendencias, pero dan esperanza. Si AMLO hubiese ganado, la elección estaría sentenciada.
Anoche, vimos a ‘El Bronco’ aprovechar el espacio –como se esperaba-, para llamar la atención y darse a conocer entre muchos que ni enterados estaban de su candidatura. Lo logró y le fue bien. Nunca se olvidará su propuesta de ‘mocharle la mano’ a los ladrones, lo que sin duda nos llevaría por cierto a ser el primer país donde el 100 por ciento de los políticos fueran mancos.
Margarita Zavala se mostró nerviosa, inexperta, y pese a algunas propuestas y llamados a mujeres a sumarse a su candidatura, su balance no es positivo. No salió con mejor imagen que con la que llegó, y tardó casi 20 minutos en aparecer en pantalla después de iniciado el debate.
José Antonio Meade lució preparado en todos sentidos, experto, cargado con dardos de precisión contra AMLO, como los tres departamentos que le atribuyó en el Registro Público de la Propiedad, y las acusaciones de nepotismo por tener a sus hijos cobrando en Morena. Lástima que el PRI sea la marca principal que lo postula, porque es una lápida demasiado pesada la que lleva a cuestas. Esto fue evidente cuando no pudo contestar con un simple ‘sí’, al ataque lanzado por Anaya al cuestionarle si Enrique Peña Nieto ha gobernado con honestidad.
López Obrador se vio enojado, mentiroso y evasivo ante preguntas incómodas y directas de sus oponentes. Contra las más duras, prefirió callar. Exhibió su autoritarismo al hablar de decisiones tomadas –como las de vender el avión presidencial, cuando ni siquiera ha ganado la elección- y su hipocresía al afirmar que no le obsesiona el poder, que combatirá la corrupción y la impunidad, mientras se hace rodear por corruptos, ha prometido perdón a delincuentes y hasta adelanta a Alfonso Romo como su jefe de gabinete, alguien a quien AMLO mismo ha acusado de corrupto, en su libro sobre el Fobaproa.
Cómo cambian las cosas para AMLO cuando, quien antes lo atacaba, es ‘purificado’ al recibir su apoyo.
Ricardo Anaya fue sin duda el que más ganó. Tuvo la ventaja fortuita de aparecer al centro del escenario y de la pantalla. Se mostró joven, preparado, inteligente, listo para responder los ataques y contundente contra AMLO.
No obstante, el tipo de cambio no se apreció con la victoria de Anaya por una razón: no es lo mismo ganar un debate, que repuntar en las preferencias y ganar los comicios.
La mayor ganancia de Anaya fue dejar en claro que hay dos opciones nada más entre las que los electores tendrán que optar: la de AMLO y la suya, la del retroceso y la del avance.
Esperemos que la mayoría elija bien, pues de lo contrario, el precio lo pagaremos todos.