Bancos centrales se avorazaron con el oro en 2022

Hace meses ya le he dado cuenta de que los bancos centrales del mundo –excepto el Banco de México (Banxico)– han estado llenando sus bóvedas de oro ante la incertidumbre global. En realidad es una estrategia de largo plazo, que de seguro reactivarán en 2023, y cuyo principal objetivo es diversificar sus carteras. Sí, lo mismo que están haciendo inversores minoristas.

Le comparto cifras que recién reportó el Consejo Mundial del Oro (WGC, por sus siglas en inglés): los pedidos del metal precioso aumentaron un 18 por ciento en 2022 hasta las 4,741 toneladas, la mayor cantidad desde 2011. Y esta gran demanda fue impulsada precisamente por las compras de los bancos centrales, que alcanzaron un máximo de 55 años.

El ritmo de sus adquisiciones fue histórico en la segunda mitad de 2022, con el claro objetivo de diversificar sus reservas internacionales lejos del dólar, después de que Estados Unidos impusiera sanciones a Rusia y le congelara las reservas de oro y de divisas extranjeras.

Los datos sobre el colosal fenómeno son contundentes: las compras de metal áureo de los bancos centrales alcanzaron las 417 toneladas en los tres últimos meses de 2022, es decir, 12 veces más que en igual trimestre de un año antes. Así, en total obtuvieron 1,136 toneladas en 2022, más del doble que en 2021.

Cabe destacar que sólo una cuarta parte de las adquisiciones de los bancos centrales en el cuarto trimestre se reportaron al Fondo Monetario Internacional (FMI), las cuales fueron encabezadas por Turquía, que se hizo de casi 400 toneladas; China, que declaró haber comprado 62 toneladas en noviembre y diciembre, y los países de Medio Oriente.

De acuerdo con expertos consultados por The Financial Times, el resto de las compras de oro podría corresponder a bancos centrales y organismos gubernamentales de China, Rusia y Medio Oriente, que pueden incluir fondos soberanos.

Krishan Gopaul, analista senior del WGC, asegura que las colosales compras de los bancos centrales son muy positivas para el mercado del oro, ya que el Consejo predijo que sería difícil igualarlas debido a una desaceleración en el crecimiento total de las reservas.

La falta de riesgo de contrapartida era un atractivo clave del metal para los bancos centrales, resalta, en comparación con las divisas bajo control de gobiernos extranjeros.

James Steel, analista de metales preciosos de HSBC, comenta que la diversificación de carteras es la principal razón para que los bancos centrales cargados de dólares estadounidenses compren oro, y un motivo clave para adquirir el metal es que esas instituciones están limitadas en cuanto a los activos que pueden poseer, así que serían reacias a comprometerse con otras divisas.

Y no debemos pasar por alto que la demanda de lingotes y monedas por parte de los inversores minoristas también se disparó en 2022 a su nivel más alto en nueve años, por encima de las 1,200 toneladas, con una fuerte demanda en Europa, Turquía y Medio Oriente.

Coincidimos con el WGC con que en 2023 se dará una reactivación de la demanda de oro por parte de los inversores institucionales, en la medida en que los tipos de interés de las principales economías se acerquen a su nivel máximo.

Le comento, por cierto, que apenas se conoció el reporte del WGC, el banco suizo UBS elevó su precio objetivo de fin de año para el metal precioso a 2,100 dólares la onza troy, frente a los 1,850 dólares que estimaba anteriormente.

Pero a pesar de esos pronósticos, que son muy positivos, en Top Money Report mantenemos nuestra predicción de que en 2023 el oro alcanzará nuevos máximos históricos, y no descartamos que pudiera convertirse en una burbuja y tocar los 3,000 dólares la onza si se encadenaran diversas circunstancias.

Le hablo de una posible escalada de la guerra en Ucrania y del conflicto armado que se asoma en Taiwán. Esto, debido a que las tensiones bélicas entre los bloques oriental y occidental (el primero encabezado por China y Rusia, y el segundo por las potencias europeas y Estados Unidos) están más calientes que nunca desde la guerra fría.

No hay duda. En medio de tan explosiva mezcla, el oro –como activo refugio por excelencia– se inflaría hasta alcanzar nuevos récords.