Confesiones de un manipulador de precios

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MonetaryMetals, de nuestro amigo Keith Weiner, contó que un extrader de un importante banco en Londres se comunicó por teléfono con el portal y relató cómo diseñó, junto con su equipo, una estratagema para manipular los precios del oro y la plata. Lo más sorprendente (o tal vez no tanto) de la historia es que lo hicieron por órdenes del propio gobierno británico.
MonetaryMetals llama a este trader Jim Bailey (su nombre y el de todos los involucrados fueron cambiados para guardar la identidad de los inocentes y los culpables), quien estaba en la mesa de negociación de oro de un importante banco con sede en Londres. (Recordemos que la capital inglesa es donde se fijan los precios del oro y la plata de referencia más usados, y se le considera, aún, el centro más importante del mercado de metales en el mundo.) Bailey contó que a principios de abril de 2011 en su oficina recibieron la visita de lord Horace Abernathy, un trader poderoso con conexiones en la Cámara de los Lores.
Dijo sin rodeos: “El canciller Osborne necesita que baje la plata.” Se refería a George Osborne, el canciller de Hacienda durante todo el gobierno de David Cameron (2010-2016).




Los presentes en la oficina aún no salían de su estupor cuando Abernathy agregó: “El oro también, por supuesto.”
Cabe recordar que entre agosto de 2010 y mayo de 2011 el mercado de la plata tuvo una gran racha alcista, al pasar de 16.94 a 50 dólares por onza. Pero en mayo los precios se desplomaron sin razón aparente.
Este hecho coincide con la historia contada por Bailey, pues el gobierno aparentemente quería que los precios comenzaran a caer en mayo. El banco publicó informes con tendencia pesimista sobre el mercado de la plata, convenció a clientes y a otros bancos de vender, ellos mismos vendieron futuros, todo con la intención de que el precio bajara, y armó una historia sobre que una gran caída iba a suceder en la plata, infundiendo miedo en los inversionistas.
La buena noticia es que las fuerzas del mercado siempre terminan imponiéndose, y que todas las manipulaciones terminan pagando caro por sus ‘pecados’.
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