¿Debe Banxico “meterle mano” al dólar?

En un entorno postelectoral en el que la divisa mexicana ha encabezado las pérdidas globales, la gobernadora del Banco de México (Banxico), Victoria Rodríguez, salió a cuadro para decir: “podemos intervenir si la volatilidad del peso se vuelve extrema”. Esto lo debemos entender como una declaración en términos políticos, más que como una declaración económico-financiera.

Durante la presentación el miércoles del Reporte de estabilidad financiera de junio de 2024, Rodríguez Ceja aseguró que, en caso de una emergencia, Banxico “cuenta con mecanismos suficientes para restablecer un comportamiento ordenado” de nuestra moneda. 

Pero le digo que se trata de una declaración más política porque en realidad quien toma las decisiones en materia cambiaria y de administración de las Reservas internacionales no es el Instituto Central, sino la Comisión de Cambios que encabeza el secretario de Hacienda (quien tiene voto de calidad) e integrada dos subsecretarios de Hacienda, así como el gobernador(a) de Banxico y dos miembros de su Junta de Gobierno.

Así que, en caso de empate en una votación, la decisión final es del mandamás de Hacienda, quien a su vez recibe “línea” del presidente de la República.

Es por eso que aunque suele creerse que Banxico es por completo autónomo, no lo es en materia cambiaria. Y nunca lo ha sido.

Pero ¿cuáles son algunos de esos instrumentos disponibles para intervenir en el mercado de cambios?

Entre ellos cuente al programa de coberturas cambiarias liquidables en pesos, que sigue vigente por un monto de hasta 30,000 millones de dólares.

Dichas coberturas son un instrumento de política cambiaria que Banxico utiliza como una forma de “aumentar la oferta” o de “ofrecer dólares” (que por supuesto no puede emitir), fijando de antemano un tipo de cambio. Es decir, que no promete entregar dólares a futuro a los compradores de estos “forwards”, sino pesos al tipo de cambio vigente en la fecha de liquidación de aquéllas. Es por ello que NO se consumen las reservas internacionales.

Las instituciones financieras que compran estos activos se “cubren” así contra fluctuaciones futuras del precio del dólar, pero asumiendo un riesgo que les puede costar, pues recibe al vencimiento del plazo la diferencia en pesos que resulte del tipo de cambio al que realizó el contrato y el que opere al cumplirse el término. 

Si al final la depreciación supera el monto contratado, Banxico le paga a la institución financiera en pesos mexicanos la diferencia, pero si en cambio el tipo de cambio es más bajo, es esta la que le tiene que pagar al Instituto central.

Ahora bien: Al enumerar las cuestiones asociadas a los recientes movimientos de depreciación del peso, Banxico citó la escalada de los conflictos geopolíticos, el retraso del primer recorte a las tasas de interés de la Reserva Federal (Fed) estadounidense y factores idiosincrásicos. 

Así es. Por increíble que parezca, no enlistó el resultado de las elecciones en México o al menos no de forma explícita, cuando es bien sabido por todos los analistas y periodistas que la caída del peso se debe justo al temor de los inversores por las reformas constitucionales que se aprobarán en septiembre, en especial la del Poder judicial, que incluirá la elección de jueces, magistrados y ministros por voto popular.