Javier Milei en Davos: el nuevo líder del mundo libre

El éxito del presidente de Argentina, el libertario Javier Milei en el Foro de Davos (Suiza) 2024, estaba asegurado incluso antes de su presentación, pues tenía enlistadas al menos 60 peticiones de reuniones bilaterales. Pero no se conformó con eso: fue a – literalmente- reventar las redes sociales con su primer discurso internacional, que comenzó con una frase que les perforó el tímpano a los miembros de la élite político-económica global ahí reunida: “Occidente está en peligro”.

“No se dejen amedrentar por los parásitos que viven del Estado”, clamó el primer mandatario argentino, comprometido a salvar a su país – y de paso a la región latinoamericana- del capitalismo clientelista (que depende de la estrecha relación entre empresarios y funcionarios de gobierno), que le apuesta a las graves políticas del “socialismo empobrecedor”, que con sus “experiencias colectivistas” avanza sobre el capitalismo de libre empresa.

Milei explicó que en el mundo ha calado hondo la idea izquierdista de que el capitalismo de libre mercado es injusto por ser individualista y por extremar las desigualdades, cuando en realidad “es la única herramienta que tenemos para terminar con el hambre, la pobreza y la indigencia a lo largo y ancho de todo el planeta”. Y tiene toda la razón.

En contrario, el colectivismo –en todas sus variantes (que citadas por Milei pueden ser “comunistas, fascistas, nazis, socialistas, socialdemócratas, demócratas cristianos, neokeynesianos, progresistas, populistas, nacionalistas o globalistas”)– depaupera a las sociedades porque ataca de raíz las instituciones que han dado sustento, fortaleza y riqueza a nuestro hemisferio: la propiedad privada, el sistema de mercado de libre, la libertad individual y el respeto a los contratos contraídos voluntariamente entre las partes.

Y está comprobado (visiblemente en Argentina) que la consecuencia de atacar a todas esas instituciones es la pobreza. No por nada los países con menor libertad individual, menor respeto a la propiedad privada y los más autoritarios, como Cuba, Venezuela, Corea del Norte, etc., se encuentran siempre en los últimos lugares de crecimiento, desarrollo y calidad de vida.

Pero Milei arremetió también contra intelectuales, empresarios y gobernantes, pues siendo ellos quienes deberían preservar dichas instituciones liberales, han optado –ya sea por “buenas intenciones” o por el mero interés de convertirse en una casta oligarca– por abrazar el colectivismo disfrazado de “justicia social”, que, afirma bien, “no es ni justa ni es social”.