La moda (¿pasajera?) de los autos eléctricos y por qué evitarlos

Los deseos se manifiestan mediante imágenes en las mentes de todos o simplemente diciéndolos en voz alta, pero el sólo expresarlos no implica que se harán realidad, como está ocurriendo con las políticas públicas dirigidas a la electrificación vehicular, a tal grado que hay países –como Estados Unidos (y México)– donde esa idea, hasta hoy, es pura fantasía.

En estos tiempos se habla en el mundo de sustituir totalmente los vehículos de combustión por eléctricos (EV, en inglés), clave para cumplir los objetivos del Net Zero o “cero neto” en 2050 (que consiste en recortar las emisiones de gases de efecto invernadero hasta dejarlas lo más cerca posible de nulas), pero ese proyecto choca con la realidad porque no es congruente con los recursos de que se dispone en general, ni con los deseos de los consumidores.

Vayamos por partes. De entrada, aunque quisieran, a la mayoría de los conductores del país más poderoso del planeta no les alcanza para adquirir un carro eléctrico. 

El Producto Interno Bruto (PIB) per cápita de los estadounidenses ronda los 80,000 dólares anuales, cuando este año los modelos de la marca icónica de los EV que la mayoría desea, Tesla, valen entre 40,000 y 133,000 billetes verdes, aun cuando rebajó sus precios hasta un 25 por ciento el año pasado (simplemente porque NO se están vendiendo).

Pero el problema del alto costo es agravado por las históricamente elevadas tasas de interés actuales, que están en niveles no vistos en décadas. Esta política monetaria implementada por la Reserva Federal (Fed) estadounidense tiene justo el propósito de encarecer los créditos para disminuir la demanda global de la economía y así atenuar las presiones inflacionarias en EU que están en niveles no vistos en 40 años.

Por ejemplo, los nuevos préstamos para automóviles con plazos de hasta 60 meses se han disparado en la Unión Americana del 3.5 al 7.7 por ciento, según datos de la empresa de servicios financieros con sede en Nueva York Bankrate.