¡Viva la libertad, carajo!

La inesperada y –aun así– arrolladora victoria electoral del economista y político liberal-libertario (que no ultraderechista) Javier Milei en Argentina está generado grandes expectativas entre sus seguidores, dentro y fuera del país, quienes lo ven (lo vemos) como un posible líder de la libertad individual y económica en una nación históricamente estatista y regulada, socialista o, dicho en la jerga local, peronista.

Es mucho lo que se puede decir del hoy presidente electo, pero hay algunas cosas que vale más la pena comentar.

Por ejemplo, en una enriquecedora mesa de debate organizada por el economista español Juan Ramón Rallo se discutieron a fondo los alcances, oportunidades y complejidades del triunfo de Milei, quien si bien obtuvo un respaldo popular sin precedentes –con la mayor cantidad absoluta de votos para un presidente argentino–, igualmente enfrentará enormes desafíos.

Lo primero que recibirá es una economía con gravísimos desequilibrios macro y microeconómicos tras años de políticas populistas cortoplacistas que han distorsionado por completo el funcionamiento de los mercados.

Y entre los problemas más graves se cuentan: un tipo de cambio oficial completamente artificial producto de estrictos cepos (restricciones cambiarias) al acceso de dólares; sistemas de control de precios que han desestimulado la inversión y la producción; una inflación totalmente fuera de control cercana a niveles de hiperinflación; un abultadísimo déficit fiscal financiado a punta de emisión de dinero fíat (sin respaldo); un gasto público disparado, y un entramado de subsidios económicos que han introducido más distorsiones.

Según el consenso de analistas, aunque el nuevo gobierno implemente de buena forma las políticas económicas correctas, el muy complejo proceso de estabilización macro tomará cuando menos un año, dada la enormidad de las distorsiones en los precios relativos de bienes, servicios y activos financieros en la economía doméstica.

Los titánicos desafíos políticos

Más allá de su histórica y esperanzadora victoria electoral, la cruda realidad es que Javier Milei no cuenta con las mayorías parlamentarias para sacar adelante sus reformas más radicales, por lo que deberá negociar en lo político, cediendo –seguramente– importantes grados de pureza ideológica.

Sus propuestas más ambiciosas, como la eliminación del Banco Central de la República Argentina, profundos cambios en las rígidas leyes laborales, recortes al abultado gasto público, ajustes al sistema de pensiones y la rebaja del gigantesco poder de los sindicatos estatales, son políticamente difíciles de alcanzar sin acuerdos con otros sectores.

Expertos económicos y políticos creen que Milei logrará importantes avances en el proceso de liberalización, tanto en lo fiscal como en lo monetario y regulatorio, pero bastante menos radicales que lo prometido en campaña, lo cual sería una lástima.

Entre China y Estados Unidos: el dilema geopolítico

Otro ámbito complejo de resolver para un declarado anticomunista y antidictaduras como Milei, será cómo compatibilizar esa fuerte postura ideológica con las necesidades comerciales y financieras de Argentina. Ahí, un aspecto sensible serán los acuerdos firmados por administraciones anteriores con regímenes no democráticos como el de China, pues deberá decidir si los respeta o no.

En paralelo, su deseo de avanzar rápidamente hacia una apertura comercial unilateral se enfrenta a los obstáculos del Mercado Común del Sur (Mercosur), en un mundo crecientemente dominado por dos superpotencias: Estados Unidos y China. Es posible que deba modular sus posturas para poder navegar en las agitadas aguas internacionales.