La República Popular China está obsesionada con el control del orden mundial. El fanatismo de inspiración nacionalista del partido comunista es la punta de lanza de un implacable impulso de dominación global, tanto política como comercialmente.
En un discurso titulado “Abordar los desafíos para el crecimiento, la seguridad y la estabilidad”, el presidente del Banco Mundial, David Malpass, advirtió